9/2/10

Vivir en medio de los demás


Subía en el ascensor, y conmigo siete persona más, entre ellos dos niños. Todos miraban de frene sin mirar a nadie. La seriedad y el silencio eran el denominador común en todos ellos menos en los niños que miraban a uno y a otro, que hablaban en voz alta preguntas que no hallaban respuesta. Salimos del ascensor siendo todavía unos desconocidos.



Y ésta misma experiencia puede seguir siendo una realidad en los ascensores del mismo edificio donde uno vive, en la propia comunidad de vecinos, en el tren o en el avión. En plena sociedad de la comunicación vivimos, tal vez por miedo y privacidad, un descenso de comunicación en ámbitos donde antes se deszrrollaba de una manera más clara, sencilla y campechana.


Hoy dice que muchos vagamos por las redes sociales, por internet o por el anonimato. La tendencia a vivir solo o en grupos supe reducidos también parece que va en aumento. Como el toro que se va muriendo y se arrima a las tablas da la impresión que muchas veces así anda la sociedad: viviendo en medio de su propia soledad.


¿Dónde quedan los amigos? ¿Dónde queda aquella conversación en el mercado, en la calle, al sol o en la parada del bus?


Somos seres sociales con necesidad de compartir, de comunicarnos, de trabajar juntos, de colaborar y de construir sueños en común.



Ya todo ello me pregunto:

¿Cómo ando yo de comunicación?

¿Con quién y por qué me comunico?

¿Con quién y por qué he dejado de comunicarme?

¿Necesito comunicarme más de lo que hago?

¿Y qué es lo que necesito comunicar?


Una canción de Roberto Carlos nos recuerda lo bonito de estar abierto a los demás: