26/3/10

¿Ocuparse o preocuparse?





¿Quién no se ha preocupado en alguna ocasión? ¿Es bueno? ¿Qué nos aporta o que nos quita? ¿En qué nos beneficia o perjudica?

Preocuparse, como la misma palabra indica, es una actitud que muchas veces podríamos decir es previa a que acontezcan sucesos o acontecimientos que puedan causarnos algún tipo de dolor o de daño, bien se moral, físico, económico etc.

Pero la preocupación muchas veces la vivimos no solo ante lo que pueda suceder, sino ante lo que ´puede estar sucediendo. Imáginate, por un momento, que tienes un hijo o un familiar enfermo, que lo está pasando mal y que los médicos no dan con la forma de curarse. La preocupación no está por algo que puede suceder sino que ya está sucediendo.

La preocupación puede ser buena cuando ésta te pone en estado de alerta, activa toda tu mente y tu organismo y te pone a la búsqueda de soluciones. Entraríamos pues en el segundo paso, ocuparse de algo que necesita ser encarrilado para que pueda ir por su curso normal.

El problema surge cuando la preocupación, que se transforma en pánico o miedo, nos paraliza y no nos permite ocuparnos de la situación tal y como ésta la requiere. ¿Qué sucede entonces?

En esos momentos podemos perder la perspectiva de lo que queremos o tenemos que conseguir para anclarnos en una actitud pasiva de sentir la impotencia ante lo que estamos viviendo o ante lo que nos pueda tocar vivir.

La preocupación, pues, es un detonante que nos invita a ocuparnos y a ser responsables de aquello que solo a nosotros nos toca realizar en la vida, sin olvidar que la vida tiene su curso, sus procesos y sobre todo desenlaces que no entran a formar parte de lo que nosotros queremos, como puede ser la muerte. Ahí y en circunstancias que no tienen vuelta de hoja no nos queda otra que asumir y adaptarnos a lo que hay.

¿Me ocupo? ¿Me preocupo? ¿ambas?
¿Me dejo llevar por las cirunctancias?
¿Soy proactivo?