28/4/10




Una de las dificultades que más podemos encontrarnos a la hora de discernir la realidad en la que nos encontramos es la de saber ver y la de saber escuchar. Dentro de los ruidos mentales o psicológicos que pueden interferir en nuestra intención de controlar las situaciones es la de engañarnos a nosotros mismos queriendo ver y queriendo escuchar en el otro lo que deseamos. Inconscientemente podemos obligar al otro a darnos la respuesta que queremos o, sin que el otro nos de la respuesta que queramos, podemos entender que nos la ha dado del modo en que nosotros pretendemos.



El tener una idea o un objetivo en la mente y el tener una obsesión al respecto nos obliga a pensar y a ver la realidad muchas veces en esos términos, con toda la subjetividad del mundo, de forma totalmente parcial y sin posibilidades de poder apreciar otros aspectos de la verdad, de la realidad o del mundo de otra la persona o de la situación con la que nos confrontamos.



Silencio y una actitud de apertura y recepción a lo nuevo y a lo distinto puedes ser las llaves para abrirse a nuevos mundos, nuevas ideas, nuevas actitudes que puedan iluminar nuestras propias vidas, darles un poco más de luz, más sabor y más amplias perspectivas. El silencio, más allá de empobrecer una escucha o una relación, es una actitud de respeto, de apertura, de apreciación y de enriquecimiento ante otras personas, realidades, culturas, objetivos o estilos de vida. Es una manera de abrirse a otros y al mismo tiempo de contrastar nuestras experiencias, ideas, creencias, valores y posturas de tal manera que salgan mucho más fortalecidas.



A modo de ejemplo una bonita historia de Tony de Mello en su Libro la Oración la Rana 2:



Una joven y activa mujer manifestaba unos inequívocos síntomas de «stress» y de excesiva tensión.

El médico le recetó unos tranquilizantes y le dijo que volviera al cabo de dos semanas.

Cuando volvió, el médico le preguntó si había experimentado algún cambio. y ella respondió: «No,

ninguno. Pero sí he observado que los demás parecen bastante más relajados.»