19/5/10

Aprender siendo



Ayer, y por separado, dos preguntas surgieron que prácticamente venían a decir lo mismo: ¿Por qué cuando nos sentimos bien en un campo y tenemos que desarrollarlo nos viene a la mente una experiencia negativa del pasado y de repente nos frena, nos paraliza e incluso nos hace dudar de nosotros mismos?

No hay nada como centrarse en quien uno, en lo que uno hace y en lo que uno siente cuando realiza una actividad. Alejar de nosotros los ruidos que nos conectan con emociones y experiencias negativas hacen que lleguemos a dudar de nosotros mismos y dejemos de desarrollar al 100% de nosotros lo que estamos haciendo.

Una de las personas que me preguntaba es experta en contabilidad, a la otra le gusta cantar. A las dos le preguntaba que sentían cuando hacía contabilidad o cuando cantaba a solas. Las dos se sentían a gusto. ¿Por qué dejar pues que experiencias del pasado me quiten el gusto de lo que hago en el presente? Si me siento bien conmigo mismo, si me siento capacitado, si creo que mi forma de vivir, trabajar o relacionarme llega a una, dos o un montón de personas, ¿por qué no vivir lo que hago, el paso que doy, el camino en el que me encuentro, y las sensaciones que tengo en vez de viajar al mundo del pasado que me frena, limita e incluso me puede llegar a infravalorar como persona?

Los objetivos que nos marcamos en la vida es porque nos convencen a nosotros y nos hacen sentirnos bien como personas y realizados como tal. Son objetivos que nos permiten potenciar mucho más aquellas fortalezas que tenemos, las cualidades que habitan de forma natural dentro de nosotros y los valores que dan sentido a nuestra vida.

Centrarnos en los objetivos que nos marcamos, poner la mente y los sentidos en ellos, apreciar lo que nos aportan en cada paso que damos, sentir y vivir el crecimiento personal a medida que caminamos son parte de los beneficios que nos reporta el ponernos en marcha. La felicidad no está tanto en la consecución de los objetivos en sí, sino más bien en todo el proceso, en el viaje, en los pasos que hay que dar hasta ver los frutos. Pero los frutos, como bien la palabra lo dice, son los frutos. La alegría y la autorealización están en el proceso, en el camino, en cada paso.

Si me gusta cantar, ¿por qué no hacerlo? Si me gusta la contabilidad, ¿por qué no disfrutar de ello? Lo más claro lo vemos en los niños, disfrutan con la arena, con el agua, con cualquier cosa, ajenos a su mundo exterior. Simplemente aprenden a ser siendo.