2/7/10

Quejarse sí, pero....

Hablaba ayer tranquilamente con una persona, y en los treinta o cuarenta minutos que estuve con ella, las quejas hacia si y hacia el entrono en el que vivia creo que se sucedían una tras otra acaparando casi el total de la conversación. En medio de su hablar, que podía comprender con toda naturalidad pues su realidad es una de las tantas que podemos vivir cada día, surgía en mi una pregunta: ¿Por qué quejarse y no preguntarse al mismo tiempo sobre lo que puedo hacer en ésta situación?

Nos cuesta salir del dolor emocional que nos producen ciertas situaciones de la vida. Nos identificamos tanto con el dolor, con la situación que vivimos, con las ideas que provocan sobre nuestra entidad y sobre nuestra autoestima que llegamos a olvidarnos totalmente de nosotros mismos, de coger las riendas de nuestra vida, de nuestros sentimientos y de pensar que nosotros mismos podemos llegar a escribir y a encaminar nuestra historia hacia donde lo deseemos. Tan solo una pregunta puede cambiar nuestros sentimientos y nuestras actitudes: ¿Qué opciones tengo aquí? ¿Que puedo hacer? ¿Hacia donde tiro? ¿Que otras posibilidades se me presentan?




Cualquiera de estas preguntas puede ser el principio de no sentirnos victimas de una situación y si protagonistas de un rumbo dentro de nuestra propia vida. Sentirse victimas nos pone entre la espada y la pared, hacernos preguntas sobre lo que hacer o como actuar de forma diferente nos coloca ante un horizonte con cantidad de opciones que podemos tomar. Una visión de la realidad contra un inmeso mar de posibilidades.

Decía Einstein que tenemos que estar preguntándonos constantemente. La pregunta es algo que nos invita a la búsqueda mientras que la queja nos deja en el inmovilismo. La pregunta nos ayuda a buscar dentro y fuera de nosotros mismos. La queja nos mantiene en dolor que no cuestiona nada y que no añade nada nuevo.

Es bueno quejarse, pero no dejando las preguntas y las miles de respuestas a un lado. Encauzar el dolor hacia nuevos derroteros es empezar a transformarlo en energía positiva y llena de vida.