31/1/11

Situaciones de estrés



Las situaciones de estrés son indicadores, por un lado, de aquello que para nosotros tiene importancia, son prioridades que tenemos que afrontar y cumplimentar y, por otra, sueles ser situaciones que hemos dejado ir sin control en nuestra vida y que nos hacen vivir la situación en sí con una mayor intensidad por encntrarnos, de una u otra manera, entre la espada y la pared. Por ello tenemos que aprender dos cosas importantes de éstas situaciones.

La primera es plantearnos lo que realmente es importante y prioritario en nuestra vida, y cómo darle el tiempo necesario para vivir esas prioridades. Lo digo porque generalmente cuando nos hayamos en situaciones límites es porque no le hemos dado la importancias necesaria a lo que realmente sí lo era.

Lo segundo, ¿por qué hemos llegado hasta donde hemos llegado? ¿En qué nos hemos equivocado? ¿A que le hemos dado mayor prioridad?

Las distracciones en nuestro camino de la vida nos lleva, en muchas ocasiones, a darle más importancia a lo que no es importante y si secundario. Saber priorizar, saber cuales son los pasos que hay que dar en cada momento y tenerlos en cuenta cada día y en cada situación es fundamental para no encontrase en un momento determinado es escenarios y situaciones que jamás hemos programado y que van en detrimento propio.

Así pues, momentos de estrés, aunque no queridos son momentos en los que sí podemos aprender a saber manejar mejor nuestras situaciones.

28/1/11

Equilibrio en tiempos de crisis




 Nos aprietan por todos lados, 
pero no nos aplastan; 
estamos apurados, 
pero no desesperados; 
acosados, pero no abandonados; 
nos derriban, pero no nos rematan...

1ª Cor. 4,7

Siempre me ha llamado la atención éstas palabras de S. Pablo. Hoy en día podemos encontrarnos a mucha gente que puede sentirse agobiada, aplastada, apurada y acosada. Dentro de la familia y en lo que hoy se llama violencia de género podemos encontrarlo. Unas veces los hombre y otras, más calladas y menos frecuentes, las mujeres. En el ámbito del trabajo hemos conocido esa actitud de mobbing, la de hacerle la vida imposible a compañeros de trabajo para que sucumban. Incluso a nivel vecinal nos hemos encontrado a personas que han presionado fuertemente a vecinos para que abandonaran el barrio. Y no deja de ser frecuente el oír casos de acoso escolar. ¿podemos vivir con esa esperanza, equilibrio y serenidad que predica San Pablo?

Fuerte fuerza de voluntad por una parte y gran convicción, por otra parte, la que hace falta para mantener el tipo en estas circunstancias. Jesús, San Pablo, Gandhi y otras tantas personas nos han mostrado que el camino es posible. Hoy caía en mis manos una pequeña fabula de alguien que sonreía a pesar de los desprecios y de los insultos que eran proferidos hacia su persona. Después de tanto insistir sobre él y no conseguir que sucumbiera ante los insultos uno de los agresores le preguntó como era capaz de resistir ante semejante situación, La respuesta fue clara y concisa: "Cada uno de de lo que tiene".

Nuestra fe, nuestros valores y nuestras creencia, en definitiva, nuestra forma de pensar es la que conforma y modela todas y cada una de nuestras actitudes. Y es, precisamente, cuando las situaciones son totalmente adversas cuando más consistencia tienen y cuando más uno se aferra a ellas. En clave modernista estaríamos hablando de Inteligencia Emocional, Control Emocional, Equilibrio Emocional o cosas muy parecidas, pero siendo conscientes de que detrás de la Inteligencia, Control y Equilibrio descansa siempre nuestro sistema de ideas o creencias que son las que sustentan nuestras emociones y sentimientos y, por tanto, nuestras reacciones.

Es por ello que en momentos críticos siempre surge una invitación a pensar si realmente creemos verdaderamente en aquello que decimos creer y profesar.

27/1/11

70 veces 7



Hoy ha estado rondando por mi cabeza esta frase de Jesús en la que nos invita a perdonar hasta setenta veces siente. ¿Masoquismo? No creo. ¿Compasión? Tampoco. ¿Libertad? Si.

Siempre he creído y defendido que el mayor beneficiado del perdón es aquel que tiene que perdonar y mucho más que el que tiene que ser perdonado.

El que tiene que perdonar vive siempre con el resentimiento dentro de la cabeza. Carga con situaciones vividas que forman parte del pasado, pero que por cargar con ella, son un fardo muy pesado de llevar en la vida. De hecho le damos vueltas a la cabeza una y otra vez sobre las ofensas recibidas de tal manera que somos incapaces de vivir el presente de forma plena y, es más, dejamos de ser nosotros mismos para vivir condicionados por la ofensa y por aquel que nos ha ofendido.

Setenta veces siete es la señal de la libertad, de que uno controla su vida emocional, de que es congruente con su valores y creencias delante de quien sea y de que uno es libre ante las diferentes circunstancias en las que puede encontrarse. Y el perdón es tan sólo ante las personas, también lo es ante las situaciones de la vida y ante la vida misma. Es un estilo de vida.

25/1/11

Tiempos para cada cosa



Hay un tiempo para cada cosa bajo el cielo: tiempo de vivir y tiempo de morir, tiempo para amar y tiempo para odiar, tiempo para la guerra y tiempo para la paz, y así prosigue el libro del Eclesiatés. Y al mismo tiempo que difícil nos resulta saber vivir cada tiempo, especialmente los tiempos difíciles, los tiempos en que nos vemos perjudicados por la vida. Son esos tiempos de sufrimiento, de pobreza, de incomprensiones, de muertes cercanas o de situaciones que nos agobian. ¿Qué nos queda, después de todo, de éstas situaciones?

La mayor parte de las veces vivimos estas situaciones sin hacernos muchas preguntas clarificadoras. Vivimos inmersos en el llanto, en la tristeza, en el dolor, en ese sentirnos victimas desprotegidas de los vaivenes de la vida. Pero detrás de cada situación siempre hay algo que nos llama a aprender, a crecer, a evolucionar, a transformarnos, a ser más libres, más independientes, más autónomos y, por ende, mucho más humanos.

La fragilidad nos muestra, si somos capaces de pararnos tranquilamente a observar, la fortaleza escondida dentro de nosotros. Párate, por un momento, a pensar en situaciones pasadas, situaciones duras, momentos en los que has creído no ser capaz de salir a flote. La distancia del tiempo nos hace ver la situación en la que estamos ahora. Hemos sobrevivido, aprendido, crecido, asumido nuevos roles, desarrollado nuevas características. Y han sido esos momentos difíciles los que nos han ayudado a crecer.

Aceptación del momento, sentir la llamada a crecer y evolucionar, confiar en lo que la vida nos ofrece y nosotros podemos ofrecer a la vida, adaptarnos a las circunstancias....., todo eso es el quid de la cuestión. Y depende de nosotros, de nuestra actitud, de nuestra proactividad.

El amor y la rutina



Hay quien dice que la rutina ha matado al amor, y puede ser que sea una de las razones por las que el amor pueda ir apagándose en el día a día de las relaciones humanas. Pero la rutina no es sólo cosa de relaciones humanas, es algo que aparece en el trabajo haciendo que éste se convierta en algo tedioso, aburrido, agobiante al punto de que no hace que nos sintamos autorealizados. Pero podemos cometer un gran error si convertimos a la rutina en el causante de nuestros males. ¿Qué nos ha hecho caer en la rutina? 

Si observamos a los niños podemos encontrar una actitud bastante importante que es la curiosidad. Todo lo investigan, todo lo quieren saber, todo lo tocan, todo lo mueven. Poco a poco se van topando con una realidad que hace que crezcamos constantemente con una serie de limitaciones: los "no" que constantemente recibimos en la vida. ¿Te has parado a pensar en la cantidad de "no" que pronunciamos a lo largo del día, la cantidad de "no" que le pronunciamos a los niños y la cantidad de restricciones que se nos han puesto?

La curiosidad, el afán de investigar, de conocer, de saber, de valorar, de apreciar todo aquello que forma parte de nuestro entorno se ha visto mutilado. Nos hemos visto encasillados en vidas empobrecidas por prohibiciones y por rejas que han coartado nuestra libertad y, con ella, toda nuestra creatividad. A partir de ahí nos hemos alojado en el mundo confortable del que ya tiene lo que desea, lo que ha podido conseguir y del que cree que detrás de las personas ya no se esconde ninguna otra novedad que la haga peculiar, genuina y especial.

Nos convertimos en fósiles que caminan por la vida sin ilusiones ni esperanzas, sin sueños y sin la convicción que dentro de nuestras vidas hay todavía mucho petroleo que sacar. No somos conscientes que escondemos grandes tesoros, que todavía podemos dar más de sí, que la riqueza que esconde cada persona no acaba hasta el día del último suspiro, día en que todo se transforma y pasa a formar parte de otra realidad.

Rutina, ciertamente, lleva a la muerte, pero es la falta de credibilidad en uno mismo y en todo aquello que tienen y puede explorar dentro y fuera de si, la que le lleva a la muerte, al tedio, al sin sentido de la vida. renacer, resucitar, reanimar nuestros sentimientos y creencias, es el camino para combatir la rutina que nos acaba por destruir, a nosotros y a los demás: ¡Viva la curiosidad, la investigación, los nuevos pasos que hacen latir el corazón!

24/1/11

¿Premiar o enseñar a vivir?

Hay situaciones en la que se nos premia por conseguir objetivos. "Si apruebas, le decimos a los niños, te regalamos esto o aquello". En la vida profesional nos premian con dinero, ascenso de puestos, acciones de la compañía u otras cosas. Y en las relaciones afectivas puede pasar otro tanto de lo mismo, nos reconocen la palabra o nos la quitan, comos dignos de confianza o de repulsa o indiferencia. Al final, ¿qué es lo que perseguimos en la vida?

Tal vez un niño aprenda a perseguir un juguete, una bici, una muñeca u otro estímulo que le podamos dar. ¿A qué le damos más importancia? ¿Al estímulo o al objetivo que perseguimos? ¿Alcanzado el estímulo, porque se ha conseguido el objetivo, que queda? ¿Qué es lo importante? Lo mismo puede pasar en el trabajo, en nuestras relaciones interpersonales o en las de familia. ¿Valoramos más lo que se nos ofrece de recompensa o los valores que en el fondo pretendemos que se vivan?



Es fácil caer en la trampa de dar algo para conseguir otras cosas. El verdadero estímulo, el que tiene que motivarnos y movernos en la vida tiene que estar siempre dentro de nosotros mismos y no depender de ningún tipo de regalo o de favor, tienen que tener valor en si mismo.

Cuando hacemos las cosas porque nos gustan, porque nos dicen algo, porque aportan valores a nuestra vida, no necesitamos estímulos externos. Tal vez el reconocimiento al esfuerzo y a las habilidades desarrolladas puedan ser el mejor premio para nuestra autoestima. Cuando nuestro objetivo es el premio o recompensa, el verdadero valor queda en un segundo plano, por lo que pierde gran parte del valor que pretendemos darle.

Hacer las cosas por vocación, amor, realización personal y por aquello que nos hace sentir que vivimos, que somos alguien peculiar en la vida y que ofrecemos a la vida lo que somos, es una experiencia que nos hace sentir plenamente felices y satisfechos de nosotros mismos.


21/1/11

¿Cómo preguntas?




«Algunos hombres ven las cosas
 como estas son y dicen:
¿Por qué? (pensador concreto).
 Sueño en cosas que nunca fueron y digo:
 ¿Por qué no? (pensador creativo)».

George Bernard Shaw

Dependiendo de las preguntas que nos hagamos, depende, lógicamente, las respuestas que obtengamos. Un arte que debemos de dominar en nuestras vidas es precisamente el de saber hacernos o hacer las preguntas correctas en los momentos concretos y de la forma correcta.

Ante las situaciones que vivimos podemos preguntarnos el porqué de las cosas y muy probablemente obtengamos las causas de las cosas pero, ¿podríamos ir más allá? Los porqués de las situaciones tal vez nos ayuden a comprenderlas, pero nos ayudan a salir de ellas? Tal vez no.

¿Qué me quiere decir esta situación? ¿Qué puedo aprender de ella? ¿A que me invita esta situación? ¿Por qué no hacer esto o aquello? Son preguntas que no nos dejan estáticos o parados en una situación concreta, sino que nos abren a situaciones y experiencias nuevas, con sus pros y sus contras, pero que enriquecen nuestras vidas.

La vida es una constante donde las preguntas nunca deben estar de lado. Es bueno saber los porqués de las cosas, pero también preguntarse hacia donde podemos avanzar desde cada situación.

Curiosamente: ¿cuántas preguntas nos hacemos durante el día? ¿qué tipo de preguntas nos hacemos? ¿Qué tipo de personas somos a través de las preguntas que nos hacemos? ¿hacia dónde nos llevan esas preguntas?

20/1/11

89 años



Hace un par de días que con sus 89 años se cayó en la madrugada y se rompió la cadera. 89 años, cadera rota, corazón agotado y recién salida de la operación haciendo planes de lo que va a hacer en casa y en su vida. Jamás pensé que mi madre mostraría una fortaleza tan grande, sobre todo después de la muerte de mi padre hace dos años y medio. Todos pensábamos que se iría detrás de mi padre poco tiempo después, de hecho su salud era mucho más precaria que la de mi padre.

Es vez de caer en una dependencia emocional y física de sus hijos, ha hecho alarde de una independencia realmente asombrosa. Consciente de quien es y de lo que quiere ha optado por algo realmente importante y que no dejo de valorar de forma extraordinaria: vivir y dejar vivir a los demás, no ser un obstáculo para nadie. Vive la soledad y vive la compañía. Aprecia las palabras tanto como el silencio. Ama dejando ser a los demás, y permitiendo que sean, que desarrollen su vida sin ningún tipo de trabas que su edad y su situación pueden originar. No ves en ella mala cara, tan sólo aceptación.

Hoy, recuperándose y con alegría, en cuidados intensivo. Mañana, si Dios le sigue dando vida, comenzando a sentarse y a afrontar un nuevo reto, que trabajo le ha de dar, y que fácil no le ha de resultar: rehabilitación, Pero mi madre me sorprende. En sus 89 años, en su debilidad física, en su corazón casi agotado surge como alguien que no se da por vencida y que tiene mucho todavía que ofrecer. ¿Donde está su secreto? Ella lo sabe y lo ha compartido: Dios y el amor, que son los ejes de su vida. Y a ella le deseo que nos siga fortaleciendo con ese espíritu inagotable de amor.

Gracias, ¡mamá!

19/1/11

Miedo de nosotros mismos



“De lo que tengo miedo es de tu miedo” 
(William Shakespeare)


Recuerdo la primera vez en que salí hacia mi nuevo destino, México. En mi memoria está aquella imagen que dejaba atrás una tierra y cultura en la que me había criado, pero que al mismo tiempo representaba seguridad, comodidad y de una u otra manera un lugar donde podía manejarme a mi antojo. A medida en que avanzaba hacia el avión me daba la impresión que caminaba hacia lo desconocido, hacia la incertidumbre, hacia la falta de comodidad y de recursos. Mi nuevo destino estaba entre los indios chinantecos en la sierra de Oaxaca. Una sensación de miedo y de inseguridad recorría mi cuerpo, al mismo tiempo que mi espíritu servicial atisbaba un campo en el que podía desarrollar mi labor y mi trabajo de acuerdo con lo que yo era, pensaba y creía.

El miedo y la inseguridad se codeaban con la seguridad personal y la confianza en mi mismo. Era un tira y afloja. Un desprenderse y un caminar hacia una nueva situación. Un abandonar para un elegir un nuevo trabajo, un nuevo estilo de vida y unas nuevas costumbres. Recuerdo que dejé de mirar hacia atrás, tanto psicológica como físicamente y opté en centrarme en aquello que había elegido y en aquello que quería vivir. Sabía perfectamente que sería un buen campo de trabajo, que desarrollaría mi vida en numerosos aspectos y todo ello me haría crecer mucho más como persona.

La batalla interior se decantó a favor de lo que elegí, creer en mi mismo y en mis posibilidades. Y desde que hice esa elección cambiaron varias cosas dentro de mi mismo: La ansiedad se transformó en tranquilidad, el miedo en una mayor seguridad y confianza en mi mismo, la incertidumbre en una mayor autoestima. como dice Wiliam Shakespeare, el peor miedo y enemigo es tener desconfianza y miedo de nuestros propios miedos. Sentirse seguro y acompañado por uno mismo es la gran baza y el gran aliado con el que uno puede contar. Al fin y al cabo el peor enemigo es tener miedo de nosotros mismos,

18/1/11

Adaptarse o mori



“El único temor que me gustaría 
que sintieras frente a un cambio 
es el de ser incapaz de cambiar con él” 

(Jorge Bucay)

O te adaptas o te mueres. La misma teoría de la evolución nos hace saber que las especies evolucionan o desaparecen. Las especies han tenido que adaptar sus miembros a las necesidades del momento y han desarrollado sus extremidades u otras partes del cuerpo de acuerdo a las necesidades fisiológicas que podían tener en el momento. ¿Por qué, pues, unos nos adaptamos y otros no? ¿Qué hace que unos entendamos las circunstancias que nos tocan vivir, las sintamos como una llamada a crecer, a evolucionar o a dar una respuesta y otros, en cambio, la vean como una razón para la queja, el llanto o el victimísmo?

La capacidad de cambio, el valorar las situaciones como posibles puntos de partida para enriquecer la propia vida, el ver oportunidades donde nadie las ve y sentir que la dificultad y el obstáculo son una parte del juego de la vida, da un toque de sabor a lo que somos y a lo que podemos y tenemos que aportar a la vida.

En el día de hoy hablaba con una persona que me decía, que en tiempo de crisis, estaba pensando en volver a ir a comprar a Barcelona coches en buen estado a un precio asequible, conducirlos hasta Cádiz, meterlos en el barco hasta Canarias y revenderlos aquí a un precio en el que podía darle para vivir al menos por uno o dos meses.

Tranquilidad, imaginación, búsqueda, investigación y sentido del reto como propio crecimiento de la vida es lo que nos lleva a algo tan importante como la confianza en uno mismo, confianza de querer y de poder cambiar, confianza en la seguridad de poder adaptarse a los cambio, confianza de que somos seres que crecemos en la medida en que aprendemos a adaptarnos y a crecer mediante dicha adaptación.

Desde que nacemos, crecemos, hasta que nos vamos, sin dejar de crecer.

17/1/11

¿Éxito o Esfuerzo?



Me ha llamado la atención un capítulo del libro 59 segundos de Richard Wiseman en el que trata sobre los halagos que hacemos en ocasiones a las personas, una veces para animarlas a pesar de que no hacen bien las cosas, otras para felicitarlas por los éxitos obtenidos, pero pocas veces por los esfuerzos realizados.

En una sociedad muy exigente vivimos para que las cosas se hagan como uno quiere y como uno desea. si salen bien, y si no uno puede quedarse en el anonimato y en el "no reconocimiento" de quien realmente es, del esfuerzo realizado en una tarea determinada o del papel que puede desempeñar en un momento Y

Y es comprensible, porque hemos vivido experiencias en lo que se ha valorado de uno es el resultado final de lo que hace y pocas veces los esfuerzos que tienen que realizar. Ejemplos tan claros como el día pueden ser el quehacer diario de una ama de casa, el de un padre o madre de familia, el trabajo frustrante de un vendedor que no ha llegado a sus objetivos después de todo un día de trabajo, o el del un deportista que no alcanza también los objetivos propuestos.

Alguien, en alta competición, decía en una ocasión que sólo pasan a la posteridad aquellos que ganan títulos. Y puede ser más que cierto. Valorar lo que se consigue deja en el anonimato, en el no reconocimiento y en la soledad a muchas personas en los diferentes ámbitos de la vida.

Detrás de cada persona hay esfuerzos, trabajo, dedicación, penas, alegrías y lágrimas. Pero sobre todo hay "personas", personas con sentimientos, con emociones y con necesidad de sentirse reconocidos especialmente por los más allegados, bien sea en el campo laboral, social o familiar.

¡Qué bueno sería apreciar el "esfuerzo" de cada persona! Y si el esfuerzo es poco, saber elogiarlo, para que ese elogio sirva como fuente de motivación para seguir esforzándose y ser reconocido, primero por uno mismo, y luego por los que más cerca viven o trabajan. ¡Elogiemos el esfuerzo y no tanto los resultados! 


14/1/11

Partiendo del éxito de otros



Escucho con atención 
a la gente que tiene la razón 
y prefiero seguir 
a los que tienen los resultados. 

Donald Trump


Admiramos a mucha gente en la vida. Los ojos se nos cuadran delante de la televisión viendo a todos aquellos que viven dentro del lujo y del dinero. En las revistas devoramos con ansiedad todas las vidas de aquellas personas que viven por encima de nuestras posibilidades. Añoramos muchas veces las vidas de esas personas e, independiente de si los estilos de vida que vemos son los mejores para una persona determinada, nos olvidamos el proceso del camino hacia el éxito.

Hay algo que creo que es cierto, el éxito no llega por casualidad. Incluso en aquellas situaciones donde puede haber tráfico de influencias, el éxito tiene un proceso, un proceso que no todo el mundo se para a observar, un camino que no todo el mundo está dispuesto a pagar el precio que hay que pagar y un proceso que, en el fondo, no todo el mundo quiere desarrollar.

Vemos, oímos, escuchamos y observamos. Deseamos y anhelamos. Queremos, pero en el fondo nos sentimos tan ajenos a nuestro propio éxito que ni nos molestamos en ver las posibilidades que tenemos. Descartamos nuestros sueños antes de tiempo, antes de valorarnos realmente con todas nuestras posibilidades. Y, como bien dice Donald Trump, lo importante no es acumular conocimientos, sino la sabiduría para saber vivir la vida en cada momento. Y el éxito de los demás, ¿por qué no puede ser el punto de partida nuestro?

13/1/11

Actitud silenciosa

Siempre me ha llamado la atención de la actitud de Jesús frente a Pilatos y frente a una situación de sufrimiento en la cruz. Me ha llamado la atención su actitud silenciosa y sin ánimos de justificación ni defensa. Algunos podríamos tacharla de actitud cobarde o prepotente. Cobarde por no tener la suficiente valentía de defenderse y de poner encima de la mesa todas las cartas a su favor. Prepotente porque considerándose Hijo de Dios podía saber el significa de lo que hacía y el resultado final , la resurrección. Pero lejos de estas dos posibles actitudes quiero quedarme en la que yo considero de gran valor y es la de la profunda creencia en los valores que el mostraba a lo largo de su vida.

Tendemos a demostrar y a querer agradar a los demás. Ello nos lleva a justificar, a explicar con detalle y a defender a ultranza nuestras ideas, valores, creencia y estilos de vida. Parece que en la aprobación o desapobración de nuestras actitudes, estilos de vida, creencias o ideas se nos va la vida y que de la gente depende nuestra vida, nuestra autoestima y lo que realmente somos.

Hay algo que tiene mucho más valor en sí: la propia vida. No somos lo que pensamos, ni lo que creemos. Somos lo que vivimos, lo que decidimos y aquello por lo que optamos. Es nuestra propia vida la que habla bien alto por cada uno de nosotros, y por muchas explicaciones que demos habrá quien lo vea, lo entienda, lo acepte o no, pero el auténtico valor es el que nosotros mismos le damos a lo que hacemos y plasmamos con nuestra vida.

No hay más ciego que quien no quiere ver, y por muchas explicaciones que demos, nuestra vida está ahí, para ser entendida o no. Lo importante es saber vivirla y valorarla, el resto ya no está en nuestras manos. Podríamos amar y entregar nuestro cuerpo a las llamas, hacer milagros, piruetas en el aire y todo lo que queramos para que los demás lo comprendan y entiendan, que si no lo entienden de nada nos servirá. Pero el sentido de la vida y de lo que hacemos o lo entendemos nosotros o perdemos el tiempo.

Es por eso que muchas veces el silencio es el mejor valedor de lo que hacemos. Ni nos metemos en lcuhas de que nos entiendan, ni de que nos acepten, ni de que tener que dar explicaciones. El tiempo dará a cada uno su razón, pero lo importante es saber vivir la vida con pleno significado, sabiendo nosotros mismos lo que hacemos y el significado que tiene para nosotros. Eso nos llenará de sentido y de satisfacción mucho más que vivir para satisfaccer a los demás esperando su respuesta.

12/1/11

Vivir





Nunca vivimos, 
sino que esperamos vivir, 
y, al estar siempre dispuestos a ser felices, 
es inevitable que nunca lo seamos 

(Pascal)

Esperamos, anhelamos y queremos ser felices y posiblemente no nos damos cuenta de que la felicidad está ahí, a nuestro lado, sin darnos cuenta. Tan solo necesitamos abrir los ojos y valorar lo que tenemos a nuestro alrededor.

¿Te has percatado alguna vez que nos quejamos por tonterías? ¿Te has fijado que en el fondo somos unos privilegiados porque tenemos más salud, dinero y recursos que muchos otros, y que esos muchos otros son capaces de sonreír más que nosotros?

Fíjate en los niños...., son capaces de jugar con cualquier cosa, de usar su cabeza para adaptarse y valorar lo que tienen, aunque sea una simple cuerda. Se fabrican sus monólogos, se inventan y se imaginan la vida.

Vemos más los errores que los éxitos, los defectos que los aciertos, lo malo que lo bueno. ¿Por qué no abrir los ojos y apreciar la vida tal cuál?

11/1/11

Equililibrio



“Necesitamos horizontes que nos inspiren, 
pero también saber manejar el día a día, 
saber vivir en el ahora, en el aquí”

Xavier Guix

Entre las ilusiones y la realidad siempre tiene que haber un equilibrio. La vida no se compone de sueños. Cada día tiene su afán, sus preocupaciones y sus necesidades, pero bien es cierto que los sueños de futuro forman parte de ellas y son los que nos animan a mejorar de forma constante y efectiva. El equilibrio, pues, tiene que darse para que los sueños puedan realizarse y para que éstos estén en función de las necesidades de cada día. Pero las necesidades diarias tienen que alimentarse de sueños para que éstas no se conviertan en verdaderas losas que hagan de nuestra existencia algo sin sentido.

Realidad y futura realidad, el hoy y el mañana son los que dan sentido a nuestras vidas.

10/1/11

Tiempo de incertidumbres



En tiempo de incertidumbres 
hay que optar por la acción y la creatividad. 
Lo importante es preguntarse 
qué hacemos con el tiempo 
y si solo queremos seguir 
siendo una pieza del decorado.

Xavier Guix

Hay quien dice que cuando uno se ve atrapado en una corriente de agua lo mejor es dejarse llevar por ésta hasta que ves la posibilidad de poder salirte de la fuerza de la misma sin resistencia alguna. Lo mismo puede ocurrir si te ves arrastrado por el viente o por corrientes de diferente índole como pueden ser económicas, afectivas, sociales, etc. Lo que si es importante es que se esté donde se esté y si se es consciente de lo que pasa hay que estar atentos a todos y a cada uno de los acontecimientos para poder elegir en cada momento el como vivirlo y, si es posible, poder crear las circunstancias oportunas. Por lo tanto, no es cuestión de dejarse llevar sino de tomar consciencia y de actuar.

Tal vez ésta sea una de las riquezas de la vida. La fluidez de las cosas, el continuo cambio, las circunstancias adversas, los acontecimientos inesperados son una llamada a algo importante, a usar nuestro cerebro y a desarrollar toda nuestras capacidad de adaptación, de creatividad, de desarrollo de propios recursos y de crecimiento personal.

El victimísmo, la añoranza de tiempos que ya no existen, la constante queja, la lamentación de que la vida no nos sonríe tan sólo nos lleva a una situación: la incapacidad de dar pasos, de actuar y quedarnos en el inmovilismo que nada nos ayuda a crecer o vivir. Nada mejor como pensar en lo que uno puede hacer, siempre se abren caminos a través de nuestra creatividad y de la utilización de los recursos o la combinación de éstos para crear otros nuevos.

Renovarse o morir


8/1/11

Lo esencial, nosotros



"En el mundo actual, 
se está invirtiendo cinco veces más 
en medicamentos para la virilidad masculina 
y silicona para mujeres, 
que en la cura del Alzheimer. 
De aquí a algunos años, 
tendremos viejas de tetas grandes 
y viejos con pene duro, 
pero ninguno de ellos 
se acordará para qué sirven".
Drauzio Varella
NOBEL DE MEDICINA

Hoy hablaba con Mari Jose, su tía y su padre de forma amena intercambiando el sentido de la vida y de la muerte después de la reciente muerte de la mujer de éste último, Fernando. Hablábamos sobre el sentido de la vida, de Dios, de la muerte, de la vida como energía en sí hasta que irrumpió una pregunta sobre Dios y el sufrimiento o la situación de los países empobrecidos.

A mi mente vino esta frase de Drauzio Varellla que me envió mi hermana por la mñana y la curiosa observación, que en ningún momento quiere aceptar la situación de penuria que puede vivir el tercer mundo, pero que no deja de llamarme la atención. El dato es que mientras en una parte del mundo, la parte empobrecida, la población sufre de hambre y miseria, en la otra parte del mundo la población rica sufrimos de impotencias sexuales, disgusto estético del propio cuerpo y el mayor porcentaje de infelicidad visto en la humanidad: depresiones, ansiedades y otras tantas enfermedades de carácter mental.

Dos situaciones de sufrimiento vividas, dos situaciones devastadoras, dos situaciones que producen la misma miseria y la misma muerte: una la física y la otra mental.

El Dios de la vida, energía, creación, positividad y evolución nos invita a invertir en lo esencial, en aquello que nos ayude a ser personas, a ser más nosotros mismos, a crecer sin ningún tipo de apegos ni de condicionamientos en la que podamos aplicar una máxima que rige todo: el amor y aceptación a si mismo, para poder amar a los demás. Tenemos que amarnos en lo que es esencial a nosotros mismos, que a fin de cuentas es lo único que permanece después de la muerte, nuestra esencia.

7/1/11

Cultivarse



Nada se cultiva por sí solo, 
ya el verbo mismo "cultivar", 
implica trabajo, esfuerzo, 
dedicación, y constancia. 
Una voluntad cultivada 
es una voluntad fortalecida, 
es el escudo que nos protege de los vicios, 
las dependencias, la perdida de la dignidad, 
la vagancia, las malas costumbres 
y hasta de lo inmoral.

La vida es un constante esfuerzo, camino de crecimiento y, hasta cierto punto, una constante lucha con uno mismo. Nada se logra por casualidad, sino es una auténtica lotería, y para ello hay que jugar y sacrificar algún dinero que otro, unas veces más. otras menos. Pero en el camino hacia el éxito hay una constante en todos aquellos que lo han logrado:

1. Metas claras. Saber hacia donde se va y por qué se quiere llegar. Incluso el mundo de la aventura tiene una meta clara que es encontrarse con lo nuevo y desconocido, algo que implica apertura.

2. Disposición. Estar abierto a dar pasos, a iniciar experiencias nuevas, a adentrarse en el camino de la inseguridad. La apertura nos confiere un gran grado de libertad.

3. Información. Caminamos, nos abrimos a lo nuevo pero nos informamos y vamos conociendo con mayor profundidad todo aquello que va apareciendo en nuestro camino, bien como algo que nos acerca o nos aleja de lo que queremos alcanzar.

4. Esfuerzo. Nada es fácil ni se consigue a la primera. Siempre hay obstáculos que nos frenan en la consecución de nuestros objetivos o que diezman nuestros ánimos. Nos ponen a prueba al punto de tener que escoger entre la perseverancia o el rendimiento.

5. Perseverancia. Fijamos nuestra vista en lo que queremos y no el que dejamos, en lo que elegimos y no en lo que abandonamos. El valor perseguido predomina siempre por encima de los resultados obtenidos. La fe en lo que se quiere alcanzar predomina sobre los pequeños fracasos que se pueden obtener. El proceso tiene más sentido que el resultado en sí. Se goza del camino y el resultado final aparece como el resultado de lo vivido en el proceso.

6. Dedicación. Elegimos, optamos, valoramos lo que queremos. Tiene sentido en sí y por ello se merece nuestro tiempo, y por ello aparece en nuestra vida no como una obligación sino como una vocación, una extensión de lo que somos y de lo que queremos llegar a ser.

5/1/11

Empezar por donde sea



Si no puedes terminar de decidir por dónde empezar,
 tan sólo empieza  
por alguna parte, 
con lo primero que te venga a la mente. 
Una vez que 
te hayas puesto en marcha 
y hayas empezado a darte cuenta, 
percibir por qué lo estás haciendo, 
estarás mucho mejor preparado 
para diseñar un plan que resulte efectivo.

La indecisión es uno de los peores enemigos que podemos encontrarnos dentro de nosotros mismos. Falta de seguridad, de confianza, de claridad o cualquier otro motivo puede mantenernos frenados en avanzar por el camino de la vida. Si la indecisión nos tiene deshojando la margarita, mientras la deshojemos una y otra vez, nos mantendrá parados, estáticos y si caminar hacia la consecución de nuestros objetivos.

Dar un paso, por pequeño que sea comienza a forjar dentro de nosotros una perspectiva de caminar hacia un objetivo. Bien es cierto que éste puede ser borroso, nada nítido pero a medida que vamos dando pequeños pasos vamos clarificando lo que queremos y lo que no, lo que perseguimos y por lo que optamos.

Son las pequeñas decisiones las que van forjando nuestra personalidad, nuestra vida, nuestros pasos y la claridad de lo que queremos conseguir. A medida que damos pasos vamos quitando la maleza, los arbustos, las piedras y, de esta manera, vamos viendo de forma más clara lo que tenemos frente a nosotros.

Si nos quedamos sin apartar éstos pequeños elementos que nos quitan la visión de lo que puede estar frente a nosotros, nos quedaremos poseídos por una parálisis mental, emocional, existencial y de toda nuestra vida que paralizará todo nuestro desarrollo persona.

Dar un paso, aunque sólo sea uno, siempre nos ayudará a tener una perspectiva nueva, por pequeña que sea, de la vida, de donde estamos y de hacia donde nos dirigimos.