28/2/11

El talento: ¿nace o se hace?



¿Te has parado a pensar en lo que mejor se te da? ¿Y te has preguntado sobre cómo has llegado a desarrollarlo con tanta facilidad? ¿Hemos nacido con ello o es algo que hemos ido incorporando a nuestra vida a lo largo de nuestro caminar? ¿hemos nacido tocando la guitarra, cocinando de forma espectacular, jugando bien al fútbol o al tenis desde la cuna?

Alguien dijo en una ocasión de la excelencia se produce en las personas en la medida en que se les da libertad y tiempo para dedicarse a ellas. Al mismo tiempo hay otro factor que es también importarte: disfrutar de lo que haces y querer siempre mejorarlo, disfrutando de la mejora que emprendes en cada momento.

Dicen que Mikel Jordan se quedaba después de los entrenamientos a practicar tiros libres y triples. También se cuenta que si fallaba en una serie de cien tiros libres comenzaba otra vez la cuenta desde cero. Curiosamente en los medios de comunicación se nos ofrecen las excelencias de los grandes artistas, científicos, deportistas o agentes sociales. ¿Alguna vez se nos ha invitado a ver todo el proceso al completo? Alegrías y penas, elecciones y privaciones, horarios y restricciones, sudores y lágrimas que conlleva subir hasta la excelencia.

Horas de estudio y de investigaciones en científicos o diferentes tipos de profesionales, duros entrenamientos y privaciones en deportistas, horas y horas de ensayos en artistas y miles y miles de repeticiones en todo lo que hacemos hacen posible que unos brillen con luz propia y que otros se vayan dejando la ilusión en el camino.

El trabajo diario, el esfuerzo, la disciplina, la curiosidad, el querer mejorar cada día, el buscar nuevas soluciones y viejos problemas son parte de los ingredientes del triunfo en nuestra vida. Bien lo decía Albert Einstein cuando decía que no podemos solucionar viejos problemas con las mismas soluciones de siempre, si es que éstas no han arrojado ningún tipo de luz.

El principio, pues, de todo desarrollo del talento es saber disfrutar de lo que uno hace, hacerlo una y otra vez para seguir disfrutando, y querer mejorar lo que uno hace para ofrecerse a si mismo y a los demás un mayor sentido de la vida

26/2/11

Objetivos al empezar el día



Hablaba esta mañana con una maestra de educación primaria sobre un conflicto que se originaba a la hora del recreo con algunos de sus alumnos y que intentó atajar sin resultado hace unos días. La actitud problemática es el tipo de juego que pueden llevar o generar en un momento determinado algo de agresividad o de violencia en los niños. Me quedé pensando un poco en lo hablado y hace unos meses presentaba, precisamente, a una asociación de padres de alumnos una idea que me parece importante a la hora de generar respuestas positivas no solo en los niños sino también en adultos.

Vivimos en una dinámica del "no", es decir, "no" hagas esto, "no" digas aquello, "no" te comportes así, "no" mientas, "no" robes, etc. El "NO" lo que hace es que fijemos nuestra mente en el fruto prohibido. Como ya he dicho en alguna ocasión basta que nos digan que no pensemos en algo en un momento determinado para que instintivamente lo hagamos. Párate un momento y fíjate: "No pienses en tu dedo pulgar derecho...." Seguro que te ha venido a la mente el dedo, ¿verdad? ¿Qué hacer pues?

Creo que sería interesante en dejar claro lo que si quiero conseguir. Por ejemplo: "Jugar y conseguir divertirse de forma tranquila". Los objetivos siempre en positivo: Jugar, divertirse, tranquilamente. A partir de ahí solo tenemos que construir el camino.

Propuesta por ejemplo a los niños, como segundo paso: ¿Cómo y qué podemos jugar para divertirnos de forma tranquila y divertida? Cuando digo de proponerlo a los niños lo que intento decir es que sean ellos los sujetos, los que tengan ya en su mente la orientación positiva, que sean creativos y que busquen dentro de ellos los juegos y la formas adecuadas de divertirse de forma tranquila. Por lo general nos gusta dar pautas, mostrar los caminos y señalar las reglas del juego. No es malo, lo que sucede es que dejamos en fuera de juego la iniciativa de los niños, su creatividad y con ello su posible compromiso. Si ellos son forjadores de sus propias decisiones, serán más consecuentes con ellas.

Recuerdo que cuando vivía en Chicago, John Grace, párroco de St. Ludmilla estaba agobiado porque la pandilla que controlaba la zona de su iglesia entraba continuamente a robar en el colegio de la parroquia. Un día decidió hablar con ellos sin acusarlos de lo que él creía que estaban haciendo. Simplemente les dijo que estaba preocupado por los continuos robos que había en la escuela y quería saber, según ello, que podría hacer para que no hubiera más robos. Recuerdo que les dijo que confiaba en su calidad de vigilantes del barrio. Ellos le dijeron: No se preocupe, padre, nosotros nos encargamos de ello. Vamos a vigilar." No volvieron a robar en el colegio.

Un tercer paso es tener preparado en la mente un momento de dificultad en el que la actitud problemática puede aparecer y saber como reaccionar antes de que el enfado o los malos rollos hagan acto de presencia. Con este paso generas actitudes positivas como respuesta al inicio de una emoción o de un sentimiento que te puede molestar de tal manera que la respuesta la eliges tu de antemano, antes de que la elijan tus sentimientos o emociones.

Todo ello me lleva a algo que le proponía a la Asociación de Padres hace unos meses: ¿Qué pasaría si antes de comenzar la primera clase cada profesor le pide a cada alumno que "escriba" tres aspectos u objetivos que le gustaría alcanzar en ese día? ¿Te imaginas que cada día los niños aprendieran a caminar con objetivos a alcanzar, bien sea en el ámbito docente, como en el de las emociones, como en el de sus relaciones con los demás?

Tres objetivos al día, solo tres, o tan solo uno, pero tener cada día una meta con todas sus estrategias.

25/2/11

No, no es absurdo



Me ha llamado la atención algo que escuchaba hoy en un programa de radio mientras conducía. Hacían una entrevista a un conserje que había trabajado en varios hoteles a lo largo de su vida y que ya, a punto de jubilarse, escribe un libro sobre anécdotas sobre todos los años de trabajo.

Hace varios años le preguntaba a mi cuñada, que trabajó en un hotel de recepcionista, sobre las experiencias que había tenido en su trabajo y que fueran curiosas, interesantes y de las que se pudiera aprender algo sobre la vida misma. Le mencioné la posibilidad de escribirlas y parecía que la propuesta caía en saco roto.

Hoy mientras escuchaba me vino a la mente ese momento de la vida y también cantidad de anécdotas y de experiencias que yo mismo he ido teniendo a lo largo de la vida. Son momentos que no dejan de ser interesantes y que ayudan no solo a recordar, sino también a aprender de lo vivido.

Si el otro día mi hija se empeñaba en ver el vídeo y las fotos de su bautizo, y mientras lo veíamos se iban reviviendo sentimientos y con ellos ciertas cualidades y talentos que se han ido aparcando poco a poco por los diversos avatares de la vida, hoy, al escuchar el programa de radio, volvía a martillear en mi mente la necesidad de recapitular una vez más los episodios que uno va teniendo en la vida con el fin no solamente de recordarlos sino de rescatar talentos, experiencias, cualidades, valores que hoy tal vez estén adormecidos y que pueden ser de vital importancia en situaciones que puedes estar viviendo o que te gustaría volver a vivir.Y entre otras cosas, tal vez no solo se ayuda uno a si mismo, a la hora de escribir y también de publicar ayudas a los demás.

Las ideas que a veces nos parecen absurdas, lo llegan a ser, cuando otros las han aprovechado antes que nosotros, porque a ellos no le han parecido así.

24/2/11

El valor del silencio



Era como retroceder años atrás. Me lo contaban y me venían a mi mente aquellos años de retiros, ejercicios espirituales donde el silencio alcanzaba un valor casi sagrado. Ahora ocurría durante la comida de un retiro de yoga al que fueron unas personas conocidas. Entre chiste y serio comentaban la experiencia de guardar silencio en esos momentos. Y a mi mente venía una vez más la importancia de guardar silencio para ver las cosas desde una perspectiva nueva, limpia, sin ningún tipo de filtros que distorsiones lo que puede ser la realidad.

Vivimos un mundo acelerado y con grandes dosis de estrés y de ansiedad, un mundo en el que nos perdemos en medio de tantos acontecimientos y de tantas experiencias. Nos vemos a veces tan entretenidos en el ritmo frenético de la vida que no somos capaces de encontrarnos a nosotros mismos a  a lo que queremos conseguir en la vida. Y de repente aparece una de las grandes realidades de la vida: frustración, ansiedad, depresión y un largo mundo de insatisfacciones personales.

Es curioso que nos cuesta estar solos, guardar silencio y saborear cada momento de la vida. Vivimos acompañados de ruido, de televisiones, radios, música en todos y cada uno de los momentos de la vida. Caminamos con música a las espaldas, y aunque no le prestemos atención tenemos radios o televisores encendidos, como si nos hicieran compañía.

Un día, de repente, entramos en silencio. Para sorpresa  nuestra podemos gozar de paz, de tranquilidad, podemos tocar y sentir lo que tocamos; podemos oír y vivir lo que escuchamos; podemos ver y apreciar lo que observamos, dejando atrás nuestros conceptos, nuestras ideas, nuestras experiencias abriéndonos tan sólo a lo que hay, a lo que es, a lo que la vida nos presenta como si de un milagro o sorpresa se tratara. Toda una experiencia. Silencio...........

23/2/11

La increíble fuerza de los sentimientos negativos



¿Te has topado alguna vez con alguna persona que se ha dejado llevar totalmente por sus sentimientos negativos? El miedo, el odio, la rabia, la tristeza, la ira, etc. son sentimientos que nos llevan a vivir sensaciones y experiencias únicas en la vida y de las que podemos aprender cosas que son realmente fundamentales: Los sentimientos y las vivencias negativas nos llevan a vivir con una fuerza inusual aspectos de nuestra personalidad que, por desgracia, no somos capaces de canalizar de forma positiva.

Cuando nos centramos en el odio, la ira o la rabia hacia personas comos testarudos, nos encasillamos en nuestros esquemas, somos muy libres para expresar nuestras emociones y nuestros sentimientos sin ningún tipo de miedo o de inhibición. Eso sí, dejamos ver sin tapujos nuestro lado negativo aunque sea para reivindicar nuestros derechos o para mostrarnos tal y como somos.

Esto me lleva a plantearme una pregunta: ¿Qué pasaría si esa misma fuerza la utilizáramos de forma positiva para comunicarnos mejor con los demás? ¿Qué tal si la testarudez la tuviéramos como buque insignia de la constancia que se precisa para alcanzar metas y objetivos que nos proponemos en la vida? ¿Qué ocurriría si la intransigencia que mostramos la utilizáramos para desarrollar de forma más plena nuestra autoestima?

Si bien es cierto que las actitudes negativas nos perjudican como personas y en nuestras relaciones interpersonales siempre nos muestran algo importante sobre lo que aprender: las inmensas cualidades que desarrollamos y que enfocamos de forma negativa. Párate por un momento y observa las reacciones negativas que tienes en ciertos momentos de la vida. ¿Descubres aspectos positivos en ellas que bien canalizados te harían crecer mucho más plenamente? ¿Te das cuenta de que muchas veces hay cualidades en ti que sólo las expresas cuando tienes emociones negativas? ¿Aprendes de los momentos negativos?

El manejo de las emociones nos conducen a un mayor desarrollo de nuestra personalidad. Nunca es tarde para aprender de lo positivo y de lo negativo que hay dentro de nosotros.

22/2/11

El esfuerzo, una parte del camino



No existe el fracaso, 
salvo cuando dejamos de esforzarnos. 

Jean Paul Marat

Ocurre muchas veces en nuestra vida que cuando las dificultades nos abruman suelen copar todo nuestro campo de visión y lo único que vemos es dificultad, oscuridad y obstáculos en el camino, algo que trae consigo el desánimo, la frustración y el abatimiento. Nuestra mente se centra en la desgracia y en la desgracia forjamos nuestro futuro. Ante ello nos encontramos con una actitud que puede ser importante y trascendental: el esfuerzo. Para ello es necesario algo importante, romper con el hechizo del sentimiento del fracaso y no dejar de fijarse en aquello que todavía nos queda por conseguir.

No es fácil, no. Las emociones y los sentimientos son importantes, fuertes y poderosos. Llegan a arrastrarnos de manera tal que anulan, en muchas ocasiones, no solo nuestra capacidad de reaccionar sino incluso nuestra capacidad de pensar, de ser libres y de de decidir libremente sobre lo que hacer en dichas circunstancias. Sólo el duro entrenamiento en el esfuerzo y en la constancia, que son las bases del éxito, nos conducirán unas veces en volandas y otras entre sudores, jadeos y sufrimientos a lo que buscamos y ansiamos.

La vida de los grandes artistas, deportistas, políticos e incluso de los movimientos sociales que propugnan cambios de tipo político no están exentos de riesgos, de esfuerzos, de privaciones, de frustraciones, de desánimos y de momentos en los que uno quiere arrojar la toalla. 

Tan solo la concentración, la mirada puesta en la meta, la motivación de lo que se quiere alcanzar nos ayuda a redirigir nuestra mirada centrada en el fracaso y desánimo a la mirada positiva centrada en lo que se quiere conseguir. Jugadores exhaustos tirados en la cancha nada más ganar un partido o campeonato; deportistas con camisetas empapadas sacando el último suspiro para obtener su preciado objetivo; estudiantes encerrados a cal y canto, renunciando a momentos de diversión, por obtener un titulo, unas oposiciones, un puesto de trabajo en la vida; ciudadanos cuya sangre será la semilla de un cambio para el bien de los suyos. Todo se alcanza bajo el crisol del esfuerzo, de la disciplina, de la constancias bajo la guía fija y profunda de una mirada anclada en unos valores que dan sentido a nuestra vida.

21/2/11

Los espacios para oportunidades



“Llama experiencias a tus dificultades 
y recuerda que 
cada una de ellas te ayuda a madurar” 

(Henry Miller)


¿Qué hacemos ante las dificultades de la vida? Unas veces lloramos, otras nos quejamos; las hay en las que nos sentimos víctimas de la vida y de las circunstancias. También existen momentos en que nos vemos como pájaros de mal agüero. En definitiva, cuando constatamos la dificultad y nos vemos atrapados por ella el sentido negativo de la vida puede con nosotros. ¿Es posible una mirada diferente?

Hay personas que ven la dificultad como un aspecto más de la vida a tener en cuenta y al que hay que afrontar y en el que afrontándolo uno no solamente puede vencer los obstáculos sino que encuentra un espacio para buscar alternativas, dar pasos nuevos que nunca has dado y desarrollar cualidades que antes no tenias por menester utilizarlas.

Son dos visiones o actitudes totalmente diferentes, y con resultados distintos. Mientras que la visión de victima te paraliza y te centra en el dolor, apeándote de cualquier posibilidad de éxito, adaptación y de resolución, la visión positiva de ver una posibilidad de algo diferente te lleva a un gran sentido de la adaptación, responsabilidad, creatividad, proactividad y de resolución de conflictos que te hace no solo crecer como persona sino que te conduce a crear nuevos espacios y a desarrollar nuevas herramientas y valores en tu propia vida. Algo así como al mal tiempo, buena cara.

18/2/11

Aprendiendo del éxito



Me llama la atención todo el movimiento que se ha generado en los últimos meses en los países como Tunez y Egipto y que ahora parece que se van trasladado a otros como Marruecos, Siria, Libia, Yemen, etc. Movimientos que han nacido en las mentes y en las conciencias de unos pocos y que han alcanzado el éxito a través de "la red" con aplicaciones tales como el Facebook, Twitter y otros. A groso modo podríamos decir que el éxito conlleva elementos muy concretos tales como: Un sueño, una motivación, unas ganas de conseguirlo, unas estrategias y un gran poder de comunicación. Y lo que parecía imposible por estar bien cimentado acaba cayendo ante la evidencia y el clamor popular.

Las cosas pasan y ¿nos preguntamos realmente lo que podemos aprender de ellas? ¿Somos conscientes de la fuerza que hay dentro de nuestros sueños y de nuestras motivaciones? ¿He pensado en mis propios sueños e ilusiones, que tal vez sean menos ambiciosas que los cambios políticos vistos estos meses atrás, y en los recursos que tengo al alcance de mi mano?

Hace unos días recibía un correo electrónico en el que se invitaba a bajar la palanca de la luz durante cinco minutos a una hora determinada en señal de protesta por la carestía de la electricidad. Cinco minutos en millones de ciudadanos supondrían millones de pérdidas para las compañías eléctricas. Una manera de protestar que si tuviera la constancia de los que se han pasado horas y horas o días y días en la Plaza de la Libertad de El Cairo podría ver unos resultados tan inesperados como inesperada fue la caída de alguien que llevaba 30 años en el poder, y una caída que se produjo en cierta manera de forma pacífica y sin gran violencia, aunque siempre se puede contar alguna víctima.

¿Qué pasaría si a alguien se le ocurriera boicotear a los bancos que en medio de la crisis han generado millones y millones de ganancias a costa del embargo de inmuebles de personas que han perdido sus trabajos y su capacidad de pago? ¿Qué pasaría si no dejáramos el dinero en el banco y si debajo de una piedra?

Una cosa es cierta, el éxito es posible, y la realidad así lo demuestra. Hoy tenemos a nuestro alcance capacidad de recursos a bajo coste para alcanzar el conocimiento, para compartir estrategias, para probar nuevos caminos, para iniciar nuevos intentos. Fe, Esperanza, Motivación, Ganas, Ilusión, Confianza en uno mismo, Confianza en los demás, son los valores, juntos con otros que tu quieras añadir, para iniciar la travesía hacia tus sueños. ¿Te animas? Sigue tu sueño, tu utopía y conviértela en realidad, tal vez encuentres todo nuestro apoyo.

17/2/11

Excelenica o Mediocridad



En el día de hoy recibía un atento mensaje de alguien que trabajar en el campo sanitario sobre lo bajo que dejaba en la reflexión del día de ayer a éste colectivo.

Una de las cosas que hago hincapié es que no hablo de un colectivo determinado sino de las personas que, queramos o no, estamos inmersas dentro de los colectivos al que pertenecemos y que tenemos que afrontar dos cosas muy importantes: Una es que somos interdependientes y que nuestro trabajo influye, queramos o no, en la vida de los demás, de forma positiva o de forma negativa. Y el segundo punto es que independientemente del colectivo al que pertenezcamos tenemos, como personas, que aspirar cada vez más hacia la excelencia y escapar de la mediocridad.

Steve Jobs, fundador de Apple, le decía en una ocasión y a petición del mismo consejero delegado de Nike que lo que tenía que hacer una empresa como Nike era dejar "la mierda" a un lado y dedicarse a lo realmente bueno que tenían. 

Como personas y trabajadores no podemos permitirnos de caer en la rutina, en la dejadez y en la inercia porque ello nos llevará a la mediocridad y a la falta de mejores resultados en lo que queremos y en lo que la gente espera de nosotros. Y no es que dependamos de lo que la gente espera de nosotros, no. Dependemos de la calidad de lo que somos para poder ofrecer calidad a los demás y para sentir que nuestra vida es una vida de calidad.

La mediocridad no es el camino o la vocación de la persona humana, sino que es aquello que hace que no crezca ni se supere. Estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos, a desarrollar y crear nuevos valores. La rutina, la confianza y la falta de metas y retos cada vez más grandes hacen que nos quedemos en la mediocridad.

Desde aquí lanzo un viva para todos aquellos que dentro de un sector u otro se desviven para ser mejores personas y profesionales cada día, y de esta forma, hacen más felices y más placentera la vida de los demás.

16/2/11

Trabajar con calidad




Su dolor era tan grande que salía por todos los poros de su piel. El sufrimiento era tal que las paredes y puertas de su habitación no conseguían mantenerlo aislado. La angustia que sentía era tal que desesperadamente llamaba a su madre que había muerto hace más de treinta años. A su lado dos personas que intentaban hacerla volver en sí, que dejara de sufrir y de gritar invitándola a que pensase que el dolor que sentía era algo que tenía que soportar sin más.

Una vez lavada era como una niña más que gemía agarrada a su almohada de hospital. Sus ojos cerrados por el dolor que había recibido, y una palabras inteligibles que salían de sus labios dejando entrever la amargura que llevaba dentro. Eran 79 años los que tenía encima y en los que daba la impresión que todo el dolor de la vida se había acumulado en tan solo cinco minutos que había durado el aseo de su cuerpo.

Una hora después, cuando el enfermero de turno entraba con su carrito para hacerle las curas, me disponía nuevamente con todala tristeza del mundo a oír su llantos y lamentos ante un dolor irresistible que ella iba a sufrir en propia carne una vez más. Era un enfermero que yo veía por primera vez pero que hizo llamar mi atención por la tranquilidad de su paso, la expresión serena de su rostro. Algo me hacía ver que él era diferente, pero que el dolor de esta pobre mujer iba a brotar nuevamente como cualquier ciclón que azota impunemente a todo aquello que se encuentra a su paso.

Salí, como de costumbre, de la habitación dejando a esta pobre mujer enfrentándose a su dolor y a mi madre, dentro de su particular dolor y situación, como testigo del sufrimiento que esta mujer iba a padecer una vez más. Mientras, y para no malgastar el tiempo, caminaba los cuarenta metros que hay de una esquina a otra del pasillo para hacer algo de ejercicio. Algo raro e inusual estaba ocurriendo mientras caminaba. No había gritos, ni llantos, ni rastros de dolor. Yo seguía centrándome en mi caminar hasta que unos veinte minutos después salió el enfermero de la habitación, yo entré en ella y vi a Josefa tranquila y con un visible rostro lleno de paz.

¡Josefa! ¿Qué paso? No la he oído llorar…..

Abrió sus ojos llenos de ternura, me dio su mano y mirándome fijamente a los ojos me contestó: “Ay, Fernandiño, meu fillo, si todos fueran como  este enfermero cuantas lágrimas y sufrimientos me hubiera ahorrado yo”.

Si, la vedad es que sí, le respondí.

Mientras le tenía agarrada su mano y ella tenía agarrada la mía, pensé en como a veces nuestros trabajos no tienen en cuenta a las personas, a sus vivencias, a sus sentimientos y a lo que pueden estar pasando en ese momento. Tal vez nuestras metas sean tareas, y no hacerlas lo suficientemente tan bien como hacer que de lo bien que las hacemos todos se sientan mejor.

Poco después le dije a ella y mi madre que corroboraba la falta de tacto que algunas personas podían tener: “Cuando os vayan a tocar, hacer las curas, a sentaros en la silla o en la cama mirar fijamente a los ojos de la persona que os lo va a hacer, dirigíos a ella y decirle: Yo se que eres la mejor enfermera del mundo, y que lo que vas a hacer lo vas a hacer también que no vamos a sentir dolor, porque se que eres la mejor.

Tal vez en esos momentos y cuando alguien nos lo diga en una u otra situación tomemos conciencia que podemos ser los mejores haciendo lo que sabemos hacer y haciendo que las personas que son objeto de nuestros trabajos, palabras y acciones vean la calidad que hay dentro de nosotros.

15/2/11

Yo pienso, tu piensas el piensa...



Dice la ventana de Johari que hay cuatro aspectos importantes sobre el conocimiento de uno mismo:

1. Lo que yo conozco de mi mismo y que tan solo yo conozco.
2. Lo que yo conozco y lo que otros conocen de mi.
3. Lo que otros conocen de mi, y que yo no conozco de mi mismo.
4. Lo que ni otros ni yo conocemos de mi mismo.

Son cuatro verdades como catedrales y de las que muchas veces no somos conscientes. Cuatro verdades que podrían hacer fluidas nuestras relaciones interpersonales de tal manera que muchos de nuestros conflictos podrían verse resueltos con una facilidad enorme. ¿Por qué?

Hay una actitud muy generalizada de pensar que lo sabemos todo de nosotros mismos, o de que lo sabemos todo de los demás. Damos por supuestas muchas cosas, que a lo mejor son y a lo mejor no. Tenemos miedo a mostrar ante otras personas lo que realmente pensamos o creemos de nosotros mismos y de los demás. Hay una gran laguna en torno a nuestras relaciones interpersonales: no saber afrontar la realidad en la que vivimos de forma clara, honesta y concisa.

Abrirnos a nosotros mismos y a los demás no es fácil, y ésta falta de apertura hace que estemos totalmente condicionados ante los demás, o que condicionemos a los demás ante nosotros. Ser conscientes de que no lo sabemos todo ni de nosotros ni de los demás, saber darnos y dar márgenes de confianza y sobre todo aprender a conocernos a nosotros mismos y a los demás desde todas las perspectivas posibles da una mayor claridad, objetividad y equilibrio a las relaciones.

Lo mejor es no pensar por nadie y estar abiertos a lo la vida y los demás nos permiten conocer de los demás y de nosotros mismos.

14/2/11

Dar de lo que uno tiene





"Pretendiendo complacer a los demás
nos abandonamos a nosotros mismos 
y en el fondo esperamos 
que algún día alguien haga por nosotros 
lo que nosotros no hemos hecho" 

Luis Díaz

Estoy seguro que ésta frase con la que encabezo la reflexión de hoy sería una frase con la que grandes personas que se han dedicado a hacer el bien por el mundo adelante no estarían de acuerdo, aunque en el fondo encierra una gran verdad: nuestras vidas, al ser interdependientes, siempre están esperando una respuesta por parte de aquellos a quienes queremos, con quienes trabajamos o que viven a nuestro alrededor. Pero también es cierto que quien se ama, se atiende a si mismo y se preocupa simplemente de dar lo que lleva dentro, está lo suficientemente preparado como aguantar muchas veces el temporal de la soledad y del no reconocimiento de los demás, 

La autoestima, la creencia en uno mismo, en los propios valores y en los objetivos que se ha marcado en la vida son suficientes para poder vivir de forma independiente y de no depender del reconocimiento de los demás, aunque ello sea duro. Los frutos, los resultados y el paso a paso de cada momento del camino de la vida van adquiriendo y dando sentido a la vida en si misma. El problema nos llega y nos agobia cuando carecemos, precisamente de ese sentido de la vida.

Los mejores momentos de mi vida, por ejemplo, y tal vez de la tuya que me lees, han sido aquellos en los que me he dado totalmente a los demás, aquellos en los que he dado de lo que había dentro y fuera de mi. La satisfacción que sientes, las sonrisas que ves a tu alrededor, las vidas a las cuales intentas aportar algo se hacen una fuente de crecimiento personal sin limites. Amas y el amor te lleva a crecer. Ayudas y ésta actitud te mueve a buscar nuevos medios. Te ofreces y ves como algo nuevo se estimula en ti.

Tenemos que amar, al menos en mi vida el amor le da sentido a ésta, y el amor empieza por cuidarse uno mismo para poder dar con mayor calidad a los demás. No puedo dar una sonrisa si no la llevo dentro, tampoco tranquilidad si yo no la vivo. Damos de lo que tenemos, es más en cuanto nos sentimos a gusto con nosotros mismos, menos estaremos esperando y demandando de los demás.


11/2/11

Saber vivir en la dificultad



No se que sorpresa me llevaré mañana cuando llegue al hospital cuando vaya a pasar la mañana con mi madre. Josefa, su compañera de habitación, tal vez reciba una desagradable noticia, la amputación de su pierna. Si estos días atrás se tiraba de los pelos, maldecía y lloraba por el dolor que tenía he visto como ayer y hoy su actitud reflejaba algo distinto y diferente. Mi hermanos me comentaban que había estado cantando. Mi madre, con sus pocas fuerzas, aprobaba esos cantos aunque ella no pudiera cantarlos, aunque si recitar sus letras. Me sentía satisfecho de la receta que le había dado en el día de ayer: reír cada quince minutos, que la final cambié por la de cantar cada quince minutos, pues el canto es un recurso natural en ella.

Hoy compartía conmigo una sensación de sentirse engañada por médicos y por su hija. Sentía que algo importante le estaban ocultando con respecto a su salud. Quise indagar en su miedo, un miedo que le hacía vivir con preocupación lo que pudiera pasar. Le pregunté que cosas podían pasar en cuanto a su situación. Le ayudé a vislumbrar lo posible: que la mandaran a casa, que se pudiera morir y que le pudieran cortar la pierna. Fue mencionar ésta última y saltar como una chispa para afirmar que sí. que era esa a la que le tenía miedo.

¿Qué pasaría si te cortaran la pierna?, le pregunté.

Pues que me quedaría sin poder caminar, me contestó. Tendría que quedarme en casa si poder moverme y confinada a una silla de ruedas. Sería una especie de puerta abierta a una muerte, añadió.

Saqué de mi bolsillo el teléfono móvil en el que tengo un vídeo de Nick, una persona con su sonrisa en la cara y con unas limitaciones impresionantes, pero que ha sabido hacer frente a ella. Cuando lo estaba viendo dejó salir una expresión de su boca acompañada de una sensación de sorpresa y de esperanza dentro de sí:

¡Válgame Dios! ¡Qué fuerza tiene este hombre!, dijo ella.

Es la fuerza que hay dentro de ti, la que llevamos todos nosotros dentro. Se quedó pensando y sin cara de preocupación. Era como una semillita de esperanza plantada en medio de su dolor.

Por la tarde cuando regresé me la encontré nuevamente cantando, mi madre escuchándola y admirándola por su valor y entereza, pues es conocedora de su estado.

Son momentos de buscar dentro de nosotros los recursos que nos hacen, permiten y nos lanzan a vivir, en vez de anclarnos en aquellas situaciones que nos paralizan. Al fin y al cabo nuestra vocación y el sentido de nuestra vida es vivir.

10/2/11

¿Enfocarse en el dolor?



Estaba justo en la cama de al lado. Su pierna completamente llena de llagas infectadas; su dolor lo suficientemente grande para que se tirara de los pelos sin piedad; su impotencia le llevaba, en medio de llantos, a implorar la ayuda de su madre, una madre que ya no estaba con ella. Su dolor llegaba a mi a través de dos cauces, el que veía en ella y el que podía llegar a ver en mi madre con su estado de salud un tanto crítico que está padeciendo.

Mi primera reacción, para ayudarla a ella y evitar que mi madre se viera afectada, fue invitarla a tener paciencia, a esperar con ilusión a que cesara el dolor. A medida que hablaba, ella más nerviosa se ponía, más expresaba su dolor y mayor era mi preocupación.

De repente le pregunté: Josefa, ¿en qué ha trabajado usted en la vida?

Ella sorprendida giró su cabeza hacia mi. Su mirada expresaba sorpresa. Un tono de desconcierto hizo que sus palabras se convirtieran en silencio y que, por unos breves instantes, su cuerpo dejara ver toda una duda que la abrazaba emocionalmente.

En la huerta de mi casa, contestó. He trabajado en la huerta de mi casa, prosiguió ella con cara de dolor. He sembrado patatas, lechugas. Tenía alguna vaca y algún cerdo, añadió. Gallinas que daban unos huevos bien amarillos, que mi consuegra dice que esos si son huevos de verdad. Y no utilizaba fertilizantes de esos nuevos que hay ahora. Abono natural, abono de los cerdos, de las vacas. Comida de calidad, sugirió ella.

Un buen rato estuvimos hablando. Una y otra pregunta iba y venía para saber algo de aquello que durante su vida había repercutido en ella de forma feliz y favorable. Largos minutos hablando mientras que mi madre observaba, escuchaba y seguía con su mirada en medio de su situación personal.

El llanto y el dolor se vieron apaciguados por una tranquila conversación que rescataba del baúl de los recuerdos situaciones de placer, de realización y de propio reconocimiento que uno va dando a su propia vida.

Al final le dije: Gracias, Josefa. Hace un rato sentía dolor, hemos hablado de cosas agradables e importantes para usted y, a medida que usted iba recordando y reviviendo esos momentos de su vida, ha dejado aparcado el dolor.

¡Que importante en enfocarnos en la vida! pensé. Si me enfoco en el dolor y la impotencia...., es lo que expreso. Si lo hago en el placer...., es lo que siento y transmito a la vez.

9/2/11

La madurez de los niños



Dice Nietzche que uno de los signos de madurez es la de saber vivir con la seriedad como la que tenía cuando jugaba de niño. La verdad es que echando una ojeada a como son los niños, y mi hija en concreto, observas que tienen esa capacidad de jugar a ser padres, maestros, de meterse en el mundo de la imaginación y fantasía y elaborar los propios sueños, monólogos o diálogos con toda la seriedad del mundo y con una dedicación plena metiéndose de lleno en el papel que desarrollan.

No importa si hay gente delante o no, tampoco se tiene un sentido del ridículo, del cual andamos sobrados los adultos, y no se tiene la concepción del tiempo. Tanto si estás sólo o acompañado vives todas y cada una de las situaciones con toda la intensidad que puedes: hablas solo, imitas gestos sin ningún tipo de condicionamiento, inventas lo que te viene a la mente, desarrollas tu capacidad creativa, etc.

A medida que vamos creciendo nuestra mente se va dividiendo: estamos en el trabajo y pensando en lo que tenemos que hacer después de él; acabamos el trabajo y nos llevamos a casa los problemas de éste. Vivimos el presente con miedo a lo que nos pueda venir en el futuro o altamente condicionados por lo que nos ha pasado tiempos atrás. Nos hemos dejado al niño en la propia niñez; hemos madurado hacia la propia inmadurez de dejarnos abrazar por miles de situaciones que en un momento determinado no están delante de nosotros.

Vivir plenamente el presente, con seriedad y alegría, dando todo lo que hay de nosotros mismos, dejando en cada paso una impronta de lo que realmente somos, sin miedos, sin condicionamientos, de forma libre y espontánea. Esa es la madurez de saber vivir el día a día, ya que como bien decía Jesús, "cada día tiene su afán".

8/2/11

Otra vez gracias



Cada día me sorprende más mi madre. Una mujer hecha de una madera especial que, en medio de su gran dolor dolor e impotencia transmite paz, tranquilidad y sosiego, y además de todo se abandona en la manos de Dios y de los que Dios ha puesto a su lado. Hace unos minutos se la llevaba la ambulancia, una vez más, hasta el hospital. La imagen que vino a mi mente de ella era la de un bebé que se deja llevar en brazos de uno y de otro, con la sencillez de su sonrisa, y la tranquilidad de quien se siente segura en manos de Alguien que le dio vida, le dio el poder de transmitirla biológicamente, y la sigue dando a aquellos que viven a su alrededor.

Ante el dolor ves en ella el simple primer gesto de quien se ve sorprendida por algo puntual, un pequeño gemido que te hace mirar para ella y un silencio que asume con tranquilidad y sosiego aquello que acaba de sufrir para dejar caer de repente un "ya pasó, no te preocupes".

Al verla, pienso en una frase de Albert Einstein que publiqué hace unos días en la que decía que la madurez de una persona llega cuando deja de pensar en si misma, y se preocupa por los demás. Veo en ella, como también lo he podido ver en otras personas, que cuando haces del dolor una parte real y compañera de tu vida, el dolor cobra sentido, el dolor te hace crecer y el dolor te hace más fuerte. Lo más importante de todo es que en medio del dolor todavía te ves generando vida, para tí y para los demás.

Podría decir que parece mentira que tengamos que aprender de las personas que luchan y batallan en el filo de la vida, pero éstas personas nos recuerdan que viven de valores y no de sentimientos, que las sostienen unas creencias en las que han basado toda su vida, y que en los momentos duros de la vida, la vida tiene una consistencia: la fe pura y dura, en el caso de mi madre, de un Dios que es algo más que un dogma, que una doctrina o una herencia cultural, un Dios que es fuente de vida para ella, y generador de vida, a través de ella, para los demás.

Otra vez, gracias, MAMÁ

7/2/11

Aceptación, un gran punto de partida



Aceptar la realidad y aceptarse como es uno es un bello comienzo para remontar en la vida, en los fracasos, en la enfermedad y en las situaciones adversas. La aceptación es un gran aliado con el que hay que contar siempre en la vida. A primera instancia podemos pensar que quien acepta arroja la toalla, se da por vencido o simplemente renuncia a cualquier tipo de aspiraciones. Pero, honestamente, creo que la aceptación no es renuncia, ni abandono ni un darse por vencido, ¿por qué?

En primer lugar la aceptación de la realidad y de lo que es uno es humilde reconocimiento de la realidad y de los recursos personales o externos con los que uno posee. No podemos vivir ajenos a lo que somos y tenemos. Es, precisamente, a partir de la misma realidad desde donde podemos iniciar no una lucha contra nosotros mismos sino una conquista de aquello que queremos conseguir. Aceptar, pues, es reconocer para poder adquirir lo que necesitamos para después alcanzar lo que deseamos.

Es curioso ver en enfermos que aceptan su situación una mayor apertura a su realidad, una mayor paz en lo que están viviendo y una mayor felicidad interior que les lleva a vivir la vida con una mayor madurez, como decía Einstein, de no centrarse ni en su dolor, ni en su vida sino en la de aquellos que les rodean. Y no hay cosa peor que luchar constantemente contra uno mismo y contra la realidad en la que vive.

Como decía Darwin sólo las especies que se adaptan, es decir que aceptan la realidad, logran desarrollarse más y sobrevivir, tal vez sea cuestión de un equilibrio interior.

4/2/11

Las gratas visitas



Me llamó un gran amigo que no veía desde hace tiempo, Juan. Me invitó a pasar por su casa para charlar un poco y para ofrecerle un producto en el que estaba interesado. Ésta mañana, nada más dejar la niña en el colegio enfilé hacia su casa. Estuvimos hablando largo y tendido sobre nosotros mismos, sobre nuestros proyectos y sobre esas cosillas que perseguimos en la vida. Cinco horas estuve allí con él hablando largo y tendido.

Lo más curioso es que nuestras vidas van por derroteros diferentes, en cuanto al aspecto laboral, pero la compenetración que sentíamos el uno con el otro, la gran amistad que nos une y el carácter creativo de ambos nos llevó a aterrizar en algo realmente importante: "Pon todas tus ideas por escrito", me decía. "Nunca sabes si las vas a necesitar", añadió. "El subconsciente nos engaña y cuando necesitamos de algo a veces no nos viene a la mente", prosiguió. "Y es más", añadió, "las palabras se las lleva el viento, y el papel lo guarda todo".

Y cuán cierto es la importancia de poner todo en un papel. Parece que no, pero el papel te da pespectivas, te ayuda a afinar la puntería, a tener en cuenta los detalles, a observar de forma detenida el proceso. Hace un momento una amiga me comentaba que de vez en cuando leía un proyecto que había realizado conmigo, que lo revisaba, le añadía cosas y que cada día tenía más claro lo que quería en su vida. Sabía hacia donde caminar, hacia donde apuntar, hacia donde dirigirse. La mente puede distraerse, el papel fija las metas, los pasos, los recursos, los planes "B".

Cuestión de escribir

3/2/11

Importancia de la estrategia



Ayer conversaba con una persona que me pedía una pequeña ayuda para iniciar un proceso de llegar al peso ideal para poder tener una mayor calidad de vida. Curiosamente mientras me dirigía a la oficina podía oír, esta mañana en la radio, un programa sobre intervenciones quirúrgicas para bajar peso. La coincidencia del tema de ayer con el de hoy me ha llevado a pensar en lo importante que es el trazar una estrategia en la vida para conseguir lo que quieres. Ya por la noche, mientras le leía un cuento a mi hija, podía leer en el mismo cuento la estrategia de un niño para que su madre le dejara ir de excursión cuando los padres consideraban que no era oportuno para él. Al final, y gracias a la estrategia, lo conseguía.

En el programa de la mañana me llamó la atención la aportación de una persona que llamaba para dar su experiencia: "Como con cubiertos pequeños, para así tardar más en comer, y por ello, comer menos". A él le funcionaba. Lo importante es que se había trazado un plan, una estrategia, una ruta a seguir con los pormenores a tener en cuenta.

Si queremos algo, tenemos que tenerlo en mente. Si queremos tenerlo en mente, es bueno tener claro por donde ir, y para ir, lo lógico y natural es trazarse un mapa. Incluso los que se lanzan a la aventura tienen un mapa en la mente, las pequeñas metas o etapas por las que quieren o tienen que pasar. Son los pequeños objetivos con los recursos a utilizar. Y para ello es obligatorio pensar y planificar, y eso es algo que nos cuesta, pero es el camino. Por tanto, ¿por qué no planificar y buscar las mejores estrategias?

2/2/11

La eterna pregunta



Me considero una persona preguntona. Pregunto porque quiero saber. Las preguntas te alejan de las dudas y te acercan a una verdad mucho más amplia. Con ella no especulas, ni te imaginas, ni tan siquiera interpretas. con la pregunta adquieres conocimiento de las situaciones y de las personas.

Me gusta que me pregunten. Cuando me preguntan por algo que escribo o por algo que digo o comparto me siento bien, pues considero que alguien me escucha y se interesa por aquello que llevo dentro. Pero también puede suceder que muchas veces se pregunta de tal manera que uno siente que intentan llevarle al huerto, que quieren encerrarlo en un callejón sin salida. Son preguntas que no tienen el afán de conocer y apreciar lo que uno comparte sino de que se confirme lo que el oyente quiere confirmar. Puede llegar a sentirse uno manipulado por lo que otra persona quiere llegar a oír y a escuchar.

Una de las cosas que más aprecio es, precisamente, eso: la pregunta. Uno se siente escuchado, al mismo tiempo que siente que se valora lo que lleva dentro. Preguntar y respetar. Preguntar para apreciar. Preguntar para valorar. Eso me me lleva a preguntarme, valga la redundancia, si soy de los que pregunto o de los que se queda con la duda, si soy de los que me intereso preguntando y valorando o de aquellos que simplemente me imagino o interpreto. 

Preguntar es simplemente el símbolo del interés por el otro.

1/2/11

Violencia de género



Acaba el mes de Enero con siete víctimas mortales de violencia de género. La mayoría de ellas no habían presentado denuncia alguna de malos tratos. Algunas sí estaban en procesos de separación. Pero la realidad es que sus vidas han sido sesgadas de repente y de forma violenta. ¿Qué hay detrás de tantas muertes violentas? ¿Cómo es posible que acabemos destrozando vidas humanas? 

Hace años, creo que era Hobbes, decía que el hombre era un lobo para el hombre. De hecho somos la única especie que se prepara para aniquilar a su misma especie. Lo hacemos de formas muy sutiles, una de ellas es la que abría mi reflexión, pero hoy podemos ver las situaciones de Tunez, Egipto, o las muertes anónimas de millones de seres victimas no de la violencia de género, pero sí de la desigualdad económica, política, social o como queramos llamarla o definirla. 

A pequeña escala, la violencia de género, y a gran escala, las guerras o las situaciones de injusticia tienen que hacernos reflexionar sobre quienes somos, que papel desarrollamos en la vida y que hay y se esconde detrás de cualquier síntoma de violencia que podamos mostrar en la vida. La violencia, el mal trato, la agresividad y las formas injustas de tratarnos tan sólo intentan justificar aquello que mediante la vida y la razón no somos capaces de hacer. Nos hacemos más fuertes, nos imponemos, tratamos de forma déspota, pero después de todo, ¿qué es lo que queda de cada uno? ¿nos sentimos satisfechos con nosotros mismos? Tal vez la agresividad y la violencia solo nos dejen entrever algo mucho más duro: nuestra propia pobreza, nuestra baja autoestima y la nuestra carencia de recursos personales que en definitiva nos lleva a ver nuestra propia falta de credibilidad.