1/3/11

Observando el éxito




Ayer reflexionaba sobre los talentos, que aunque puedan ser innatos en uno, tienen que ser desarrollados a través de la metodología y la constancia en la vida diaria. Hoy en una reunión de trabajo constataba que es precisamente el esfuerzo y la constancia, así como la fe en lo que se persigue, lo que hace que unos sigan en el camino y otros, en cambio se caigan y abandonen.

La vida puede premiarnos a través de un lance de suerte, pero la buena suerte no es fruto del azar sino del trabajo, de la constancia y de la planificación que uno lleva a cabo de forma consciente, trabajada con mimo y con gusto.

Hablaba por teléfono con una amiga y colaboradora que, en su constancia y tesón, está viendo como su negocio le va llenando cada día más de satisfacciones personales y económicas. Veía a compañeros de trabajo conseguir retos a nivel personal y profesional que para otros les resulta difícil o imposible alcanzarlos.

Ante estas circunstancias y lejos de quedarme en una sana envidia, intentaba ver más allá de los frutos que mostraban, los esfuerzos, las coherencias entre pensamiento y acción, el trabajo metódico y continuo en su quehacer diario, la búsqueda infatigable de resultados, el saber que sus vidas y sus rumbos van en una dirección concreta.

Y en estas observaciones que hacía me venía a la mente la frase de Aristóteles Onassis que decía; “Tenemos que aprender a navegar con vientos fuertes”. Y la vida es precisamente eso, una continua carrera en la que a veces el viento te viene de frente, otras de lado y en otras ocasiones te viene por detrás ayudándote a caminar.

Pero el dominio de los vientos solo lo conseguimos cuando nos echamos a la mar, cuando montamos en la bicicleta y pedaleamos a pesar de la fuerza resistente de los vientos. La vida es para saber vivir cada momento y tener la destreza de cómo dirigir la barca en las circunstancias que nos tocan vivir. Para ello es preciso pararse a pensar, a planificar y a programar. Es necesario dar un y otro paso más, mirar al frente y a los lados. Al frente para saber hacia donde vamos y a los lados para saborear el camino que realizamos.

¡Qué importante es no quedarse viendo tan sólo el éxito de los demás, sino ver todo aquello que produce y hace posible el éxito! Porque de ello podemos aprender y aprovechar.