22/4/11

Viernes Santo y paradojas de la vida



Hoy es Viernes Santo y me vienen a la mente las grandes paradojas de la vida en las que cantidad de dichos e ideas un tanto irracionales pueden confluir para explicar las mismas situaciones. Una de ella puede ser fácilmente la de "métete a redentor y saldrás crucificado", otra es la de "Quien mal anda, mal acaba", también podríamos decir la de "por sus frutos los conoceréis", por no decir la de que "quien siembra, recoge".

¿Son realmente ciertas estas frases? ¿Dibujan la realidad tan cuál? ¿Pueden aplicarse a la vida de Jesús? ¿Es Jesús la excepción?

Si bien es cierto que la muerte de Jesús, simbólicamente hablando es la muerte de un malhechor, es una muerte fruto de un castigo, no creo que la realidad sea precisamente esa. La muerte, el desprecio, la frustración y la soledad además de ser signos de coherencia con una vida y con un mensaje, son también símbolos de la contradicción humanas que muchas veces no recoge, precisamente, los frutos que ha querido sembrar ni pone el fin deseado a una trayectoria que se ha recorrido. La vida no siempre es como lo que sucede en la películas. Sientes que das cantidad y que recoges, en ocasiones, poco, nada o exactamente lo contrario de lo que te has propuesto.

Es difícil entender la vida, pero para el que le da un sentido todo lo que ocurre siempre tiene un pequeño o gran hueco en la trama de la película que vive. Y lo que vive lo hace desde una dimensión que otros tal vez no entiendan, ya que mientras unos se mofan y burlan, otro sigue creyendo en unos valores, en una actitud y en un estilo de vida, que en el caso de Jesús sigue siendo el perdón, el respeto y la generosidad.

Mucha gente tenemos dificultad en saber vivir las vicisitudes de la vida. Nos quejamos. Nos sentimos víctimas de las circunstancias, de los demás o del sistema establecido. Sólo quien acepta la realidad y le da sentido, o más bien quien integra la la realidad en el sentido que tiene su vida puede vivir plenamente el dolor de una manera plena, constructiva y gratificante. 

Es por ello que el símbolo de la cruz es el símbolo no de la renuncia o del fracaso, sino el símbolo de una manera de vivir que tiene total significado aún cuando otros se puedan burlar, mofar o rechazar. Tan sólo quien lo vive con sentido sabe plenamente lo que vive