23/5/11

Ser flexibles



Leía hoy un artículo de Jenny Moix en el que definía la felicidad como la capacidad de ser flexible. Tal vez me viene a la mente, una vez más, la teoría de Darwin en la que se dice que si las especies no se adaptan al medio ambiente se mueren. En términos comerciales siempre he oído la frase de renovarse o morir. Lo que sí está claro es que el inmovilismo no conduce a ninguna parte. Podremos perpetuar ideas, sistemas políticos, actitudes y, en muchas ocasiones, por la ley de la fuerza, que al fin y al cabo a quien más perjudica, a la larga es a uno mismo.

¿Qué sucede si cambiamos? ¿Estamos llamados a permanecer siempre con las misma ideas? ¿Con los mismos sentimientos? ¿Con los mismos valores? ¿Qué nos lleva a no cambiar, a no cuestionarnos, a no poner en tela de juicio nuestros modelos de vida, de trabajo o de relacionarnos con los demás? ¿Es tal vez la inseguridad, el miedo, el no saber como actuar en cada momento de la vida?

La posibilidad de ser flexibles nos permite valorar todas las circunstancias de la vida, el saber acomodarnos a diferentes situaciones y a no ser esclavos de unas ideas, valores, sentimientos o situaciones que nos perjudican en nuestro propio bienestar, en nuestra capacidad de desarrollo y sobre todo en la capacidad de captar la vida en si misma con todas sus tonalidades.

Allá, por el año 81 me lo decía una gran persona, con una manera de pensar diferente a la mía, pero con un gran respeto hacia mi manera de ver la vida y mi trabajo: "Flexibilidad es el nombre del juego", me decía una y otra vez en inglés cuando veía dificultades alrededor.

Somos una especie con gran capacidad de adaptación, y la adaptación no es otra cosa sino la capacidad de adaptarse a situaciones, personas y circunstancias.