16/11/11

Agenda, ¿recordatorio o guía?



Fue una pregunta que no me esperaba. Era una personal que, por aquel entonces, tenía claro lo que quería y los objetivos estaban en la mente de una forma constante. Pero la pregunta me sorprendió: ¿Usas agenda? En juego estaba un puesto de trabajo y tuve que decir que sí. No mentí porque mi cabeza era una constante agenda. A lo largo del tiempo fui aprendiendo algo más sobre ella y una de las cosas es que la agenda que hay en la cabeza es una cosa y la que escribimos en el papel es otra.

  1. Recordatorio. No deja de ser cierto que a medida que vamos escribiendo compromisos en una agenda la finalidad es que nos vayan recordando las cosas que tenemos que hacer. Tal vez la agenda física se torna importante y, para los que gozan de buena memoria, no sea algo esencial o trascendental.
  2. Guía. Si lo que vamos poniendo en la agenda son cosas que tenemos que hacer tal vez podamos caer en el error de ir poniendo a medida que van surgiendo las necesidades. Llegará el momento en el que la agenda irá recogiendo todo lo que le pongamos sin esa capacidad de separar lo que es realmente importante de lo urgente. Por término general nos dedicamos muchas veces más a lo urgente que a lo importante, y posiblemente sea porque a lo importante no le hemos dado su tiempo e importancia en la agenda. Es ahí donde la agenda tienen un valor muy importante, cuando se convierte más en una guía hacia una serie de objetivos a conseguir que en un mero recordatorio de cosas que nos van surgiendo y a las que tenemos que darle un tiempo y un lugar.
Nunca está de más revisar las agendas que tenemos y cuestionar cuantas de las cosas están en función de la necesidad imperante y cuántas lo están en función de objetivos que queremos conseguir en la vida. La agenda como guía nos ayuda a separar la paja del trigo, lo innecesario de lo importante, lo importante de lo urgente y a evitar que las distracciones de la vida nos alejen o posterguen la consecución de nuestros objetivos.