26/12/11

Gestionando la palabra




Dicen que el poder de la palabra es grandioso. Una palabra tiene el poder de levantarte, así como el de hundirte en la más profunda miseria. Hay palabras que nos acompañan a lo largo de nuestra propia historia con la misma carga positiva o negativa con la que la hemos oído y con los mismos efectos que han producido en nosotros desde un principio. De ahí la importancia de cuidar el lenguaje que utilizamos a menudo.
  • ¿Qué queremos comunicar? Aunque parece que puede ser obvio el saber "qué es lo que queremos comunicar" no es lo mismo que generalmente acabamos comunicando. Muchas veces nos perdemos en florituras, en aspectos que no son esenciales y no vamos al grano de aquello que queremos que se entienda y se capte. 
  • Las emociones juegan también un papel muy importante ya que pueden entorpecer el mensaje que queremos dar. Saber distinguir entre el objetivo del mensaje y la emoción es importante. Piensa por un momentos en lo los momentos de euforia que tenemos y que nos hace decir cosas que posiblemente no somos capaces de asumir, o que no hace compartir cosas que pueden llegar a herir a los demás o a dejarlos arrinconados de forma humillante. 
  • ¿Cómo lo queremos comunicar? No solo podemos pensar en nosotros. Hay que pensar en los que nos escuchan. Si queremos que capten el mensaje no hay nada mejor que tener en cuenta en cómo los demás pueden  comunicarse con nosotros. ¿Qué piensan? ¿Cómo sienten? ¿Cómo procesan nuestras palabras?
Si la palabra tiene una gran fuerza y un gran poder no deberíamos olvidar que las palabras que salen de nuestra boca jamás volverán a ella. A los oídos de otros habrán llegado y su efecto o mensaje habrán dado. Es como la flecha que sale del arco, ya no puede volver a él sin antes haber golpeado su objetivo.

Antes de hablar es bueno medir lo que se dice. ¿Pensarlo bien? Ciertamente.