10/2/12

Como la semilla



Imagínate por un momento una semilla que cae en la tierra. Hasta el momento parece algo normal. De repente le echan encima un buen puño de tierra. Extraño, ¿no? La luz, de repente, se torna tiniebla. El oxigeno desaparece. La sensación de libertad se convierte el algo semejante a una camisa de fuerza que te aprieta por todos los lados. Parece que no hay sensación de movimiento.En un momento determinado la semilla comienza a germinar. ¿Hacía donde irá? No hay un cartel que le indique la dirección, una luz que le muestre el camino. Pero ella lleva la vida dentro de sí, y la vida busca vida, y al buscarla se dirige por intuición hacia ella. Sortea los diminutos obstáculos de cada uno de los pequeños granos de tierra que la rodean y, en medio de la oscuridad, se dirige hacia la luz.

Me vino esta pequeña metáfora a la mente después de ver rostros de preocupación de personas que se tienen, o que tenemos que enfrentarnos a día a día en medio de la dura situación económica y laboral que nos toca vivir en España. Y si bien es dura la situación hay un instinto de supervivencia dentro de cada uno de nosotros que nos lleva hacia la luz, hacia un nuevo crecimiento en el que se nos pone a prueba y en el que el mayor desafío no es contar simplemente con lo que otros hagan por nosotros, sino en lo que nosotros tenemos que hacer por nosotros mismos.

Miramos hacia afuera esperando que otros, que la situación social y política resuelva todas las situaciones, pero la clave no está, tal vez, fuera de nosotros sino dentro de nosotros mismos, en nuestra capacidad de ser emprendedores, de saber aprovechar oportunidades que pueden surgir desde dentro de cada uno de nosotros y de oportunidades que podemos ver a nuestro alrededor.

El principio de la confianza en uno mismo y en las capacidades que como personas llevamos dentro de nosotros mismos nos lleva a preguntarnos: Y si otros han sido capaces, ¿por qué no yo? Y el punto de partida puede ser precisamente ese: lo que otros han hecho. El riesgo asumido, la autoconfianza constatada, la claridad en lo que uno quiere y los pasos certeros que cada día hay que dar sorteando, como la semilla la falta de luz, los empujones, la falta de libertad de movimiento, el no ser capaces de vislumbrar la luz al final del túnel, pero sí dentro de lo que nosotros perseguimos.

Confianza en uno mismo, observar minuciosamente los movimientos de los que si lo están logrando y la capacidad de saber dar cada día pequeños pasos, son la clave de ver la luz, de germinar y de dar los frutos que pretendemos obtener de nosotros mismos y de los demás.