8/8/12

Calma en la tempestad



¿Has sentido miedo alguna vez? Todos lo hemos sentido.Son momentos en los que parece que todo se viene abajo. Es la experiencia de Jesús y Pedro, (Mt. 14,22-36), cuando Jesús está en la barca, Pedro hecha a caminar sobre las aguas y de repente siente que se hunde hasta tener que pedir la ayuda del mismo Jesús. "¿Por qué dudas, hombre de poca fe?", responde Jesús.

Falta de fe, de seguridad en uno mismo o en los demás. La duda es la que hace que toda nuestra vida se desequilibre en un momento determinado. Un sólo momento de duda puede ser fatídico en el coche, en la moto, en el deporte, en una decisión que tenemos que tomar en la vida.

Cuando sentimos la mano amiga, el respaldo honesto y sincero del otro parece que la calma vuelve a cada uno de nosotros. Es como si los demás nos hicieran recobrar la confianza, la autoestima o la seguridad en aquello que queremos alcanzar o conseguir.

En la experiencia que muchos hemos tenido sabemos que el miedo compartido es muchos más llevadero. La confianza que nos podemos dar unos a otros siempre es muy importante, pero sobre todo es importante la confianza que nos ayuda a confiar en nosotros mismos.

Lo curioso de todo es que nuestras tempestades ocurren cuando tenemos que "cambiar" de una situación a otra, en el caso del Evangelio, cuando Jesús se los lleva a la otra orilla. Todo cambio nos hace dudar, nos lleva de la situación de confort a la de inseguridad. Nervios, ansiedad y querer poder amarrarnos a algo es lo que se pasa por nuestra mente.

Jesús nos ofrece esa capacidad de confiar, en Dios, en la vida, en uno mismo o incluso en lo que podemos encontrarnos en medio de la tempestad. Tal vez nos ofrezca uno de los principales valores a tener en cuenta en la vida, que la vida se sostiene en la fe y en la confianza. No es posible caminar sin este elemento tan trascendental.