25/10/12

A pesar de todo



Resulta duro cuando te das por entero, en cuerpo y alma, por una causa y ves que todo tu trabajo y tu estima se vienen abajo cuando tu labor no sólo no es apreciada sino que es criticada y mal interpretada. Es la experiencia que oía de una persona que entre lágrimas manifestaba su frustración después de finalizar una labor con bastante éxito. ¿Quién no se ha visto envuelto en una situación así en alguna ocasión? Es cierto que un lunar, un pequeño roce, una abolladura o una pequeña actuación pueden echar abajo el precio de un mueble, de un vestido o la presencia de una persona. Enfatizamos más lo malo habido, aunque sea poco, que lo bueno aunque haya sido mucho.

El primer sentimiento que se nos viene encima es el de venirse todo el mundo abajo. Frustración, pena, desilusión, apatía desgana, llanto, rabia, ira, dolor y muchos otros sentimientos más. Somos humanos y los sentimientos y emociones se adueñan de nosotros. ¿Hay algo que podemos hacer?

Recuerdo que en una reunión de unos supervivientes de un campo de concentración alguien manifestaba el dolor que todavía sentía por el trato recibido. Otro de los compañeros le respondía sin más: "Después de tantos años en libertad todavía sigues viviendo en tu interior en ese campo de concentración".

Siento que si el trabajo que realizamos es un trabajo bien hecho tenemos que dar las gracias a Dios y sentirnos orgullosos. Dejarnos llevar por los sentimientos que otros intentan alimentar en nuestras vidas solamente hace que nuestra mirada se equipare a la de ellos, mirar al lado negativo.

Cada uno es consciente de lo que hace y del porqué lo hace. Es solo uno y su conciencia el que debe estar complacido de cada paso que da en la vida. El amor nos hace libres y el amor nos hace felices. A todos nos gusta el reconocimiento, pero no todos aprecian lo mismo en lo que otros hacen.

Lo que sí es de seguro es que nadie podrá quitarnos la experiencia de amar y de servir, la de ayudar y la de sentirse útiles a los demás, se nos reconozca a no, porque cuando nos hemos dado hemos sentido el placer de darnos y de ver al momento la satisfacción del otro. Y cuando no la hemos visto es tal vez porque no hemos sabido llegar o no nos hemos topado con personas agradecidas.

Pero el amor queda ahí, en las obras y actitudes. Algún día puede llegar a valorarse como una auténtica joya como le ha pasado a muchos artistas y compositores. Ellos lo han vivido en el momento, y muchos lo hemos valorado y degustado mucho después de sus muertes. Pero sus obras y sus amores han quedado ahí, retratados para la inmortalidad.