17/4/13

¡Viva el riesgo!



"No queremos cambiar. 
Más aún, hay voces que quieren retroceder
Esto se llama ser testarudos, 
esto se llama querer domesticar 
al Espíritu Santo, 
esto se llama volverse tontos 
y lentos de corazón" 

Papa Francisco

Son las Palabras del Papa Francisco en el día de ayer haciendo ilusión al miedo que hay en la Iglesia a avanzar y a impulsar un concilio que se celebró hace 50 años y que se ha quedado medio estancado en el pasado. Esta actitud, en la Iglesia, en cualquier organismo y en cualquier persona, lo único que hace en envejecer y hacer caduco y sin sentido a la propia vida y finalidad de la institución, organismo o persona puesto que todos estamos en función de las personas en sí.

Hacía referencia al momento de la Transfiguración que Jesús y sus discípulos tuvieron en el Monte Tabor. Pedro tuvo la tentación, y la mencionó, de quedarse allí, de hacer tres chozas e instalarse para siempre. Es la situación cómoda que en psicología se llama la zona de confort y que muchas veces nos cuesta abandonar. Preferimos, como dice el refrán, malo conocido que bueno por conocer. No nos gusta el riesgo, exponernos a posibles fracasos e inseguridades.

Ante esa tentación Jesús lo tenía claro y así se lo hizo saber a Pedro, "El Hijo del Hombre tiene que padecer". La fe, algo más que creer en lo que no vimos, sino más bien lanzarse y dejarse llevar en lo que se nos ofrece, una vida basada en el amor y el servicio, no sabe de seguridades, sino de riesgos y de asumir las dificultades, los riesgos y superarlos para que la vida está al servicio de todos y no sea un simple valle de lágrimas sino algo digno que vivir.

Es la ilusión del Papa Francisco que busca una Iglesia que sepa ofrecer respuestas y caminos al mundo, al sufrimientos y a las situaciones que vivimos. Es la ilusión, o tendría que serlo, de cualquier humano que quiere vivir y no tan sólo sobrevivir, darle calidad a su vida y no tedio o aburrimiento. La vida, al igual que la vida de la mariposa, es una continua transformación, transformación que muchas veces, como en el propio crecimiento físico humano, es incómoda y con dolores. No hemos venido a la vida sino a vivírla y vivírla en plenitud. ¡Viva el riesgo!