23/10/13

Cultivando el talento



A la hora de desarrollar el talento, dice Daniel Coyle hay que saber elegir entre dos tipos de actividades a realizar:

  • Actividades duras: Son aquellas que precisan, no de una gran dureza física precisamente, pero si de una gran meticulosidad y de una gran concentración de tal manera que podamamos llegar a desarrollarla de una manera casi automática. son actividades que las vamos aprendiendo lentamente, casi a cámara lenta. Cada uno de los pasos que vamos dando se va haciendo de forma clara y concisa, tal y como si fuéramos haciendo una receta de cocina guiados por la que hemos tomado de algún recetario y que hacemos por primera vez.
  • La actividades blandas: Las que una vez que dominamos la técnica que hemos desarrollado a través de la has habilidades adquiridas de forma rigurosa, consciente y casi milimétricamente nos permiten improvisar, variar, adaptar o incluso mejorar la habilidad de forma espontánea gracias a la visión que tenemos del momento o de la situación. Es algo parecido a saber darle ese toque personal que nos distingue del resto de los humanos.
  • Es curioso como muchas veces el mejor aprendizaje se hace a cámara lenta, pensando de forma muy consciente cada uno de los pasos que damos o que queremos dar. Vamos lento hasta que conseguimos dominar la habilidad de tal manera que salga de forma espontánea. Dicen que las prisas son malas consejeras, no nos permiten tomar consciencia de todos y cada uno de los pasos que damos y, baste que falle uno, para que se rompa toda la cadena.
Preguntémos de forma tranquila y sosegada:
  • ¿Qué actividades no nos salen bien? ¿Qué pasaría si la hiciéramos lo más lento posible siendo conscientes de cada parte del proceso y reconocer donde se rompe el momento mágico para poder corregirlo y practicarlo?
  • ¿Qué ocurriría si observáramos a alguien que sí lo hace bien, y a quien admiramos en ello, y lo hiciéramos fijándonos casi como si estuviéramos hipnotizados viendo el proceso en cámara lenta y con el más mínimo detalle?
  • ¿Qué resultado obtendríamos en lo que hacemos si no nos conformáramos con lo que hacemos y nos implicáramos en rayar la perfección o la originalidad?