18/11/14

La necesidad, todo un trampolín.


Venía escuchando en el coche un ejemplo que no deja de ser real. Una persona se siente perseguido por un gran perro con todas las intenciones de morderle. La persona corre y corre, al punto de conseguir saltar un muro que, en condiciones normales, jamás lo hubiera conseguido saltar. ¿Qué lo hizo posible? La necesidad.

Lo mismo le pasó al Hijo Pródigo cuando decidió volver a casa. Harto de comer la comida de los cerdos se curó en humildad, reconoció su error y decidió volver a casa.

La necesidad es un punto de arranque, aunque a unos los deja desarmados y a otros los llena de coraje.

¿Cuántas veces en la vida nos hemos visto sorprendidos por la necesidad y nos hemos visto haciendo cosas que jamás en la vida hubiéramos pensado hacer o que seríamos capaces de hacer? Nos ha pasado a todos y en más de una ocasión. Lo cual quiere decir que dentro de nosotros se esconde mucho potencial que no somos capaces de explotar si no nos viene a veces la extrema necesidad de tener que hacerlo.

Desconfiamos de nosotros mismos y al mismo tiempo nos damos cuenta de que dentro de nosotros tenemos lo que necesitamos. Unas veces por desconocimiento, otras por miedo y también por falta de seguridad nos quedamos inmóviles en la vida.

Es una pena que actuemos solo de forma reactiva y no de forma proactiva, es decir, solo por necesidad y no por ser quienes realmente somos. 

Son las sacudidas de la vida las que nos despiertan de nuestros sueños o letargos y nos lanzan a vivir un sueño muchos más bonito, el de sacar a flote todo lo que valemos.

Siempre lo he dicho, las necesidad "crean nuevas circunstancias, nuevos adelantos, nuevos caminos". La necesidad está ahí para algo, para madurar mucho más como personas y como colectivo humano.