27/7/15

Sembrar, motivar y crear circunstancias.



Hoy me vino a la mente la parábola del sembrador. ¿La recuerdas? Por si no la recuerdas aquí te la pongo.
El sembrador salió a sembrar.
Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 
Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 
Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
Cuando la escuchaba antiguamente mi mente siempre se iba a analizar que tipo de tierra era yo. El foco, y me imagino que Jesús va en ese sentido, iba siempre a los que somos depositarios de la semilla. En cierto modo somos la tierra que la recibe y la recoge. Parece que todo depende de nosotros.

Hoy por hoy comienzo a verlo desde otras perspectivas:
  • El sembrador. La tierra, cada uno de nosotros, tiene su parte de responsabilidad, pero el que siembra tiene también la suya. ¿Sembrar en cualquier sitio y bajo cualquier circunstancia? El éxito de aquello que sembramos o se siembra en nosotros depende muchas veces de nuestra capacidad de recepción, pero también de nuestra manera de enseñarlo, enfocarlo, mostrarlo a los demás, etc. Un ejemplo muy concreto es en la enseñanza. ¿Son buenos todos los profesores desde el punto de vista pedagógico? Los habrá mejores y peores, como los hay para las ventas y para conectar con la persona que le gusta. Sembrar es un arte, no es cuestión simplemente de la tierra, sino de la capacidad de hacer que la tierra sea lo más fértil posible. Y es nuestra capacidad de comunicación y de crear las circunstancias ideales lo que hace la combinación de sembrar y cosechar con éxito.
  • La tierra. Hay tierras y tierras para sembrar. No creo que intentemos sembrar en cualquier sitio, aún cuando cualquier sitio sea susceptible de que la tierra de sus frutos. Con echar un vistazo a los israelíes que han sembrado y cosechado en el desierto nos daremos cuenta de ello. Lo que quiero decir con ello es que no es sembrar por sembrar, sino el conocer el terreno en el que se siembra y crear las circunstancias para que pueda darse el fruto. Otro ejemplo muy concreto y que para mí es una referencia constante es el campo de las personas que carecen de las ventajas que todos tenemos: me refiero a personas ciegas, sordas, mudas, sin algunas de sus manos o pies, o que simplemente tienen enfermedades que les permiten desarrollarse de una forma como lo hacemos nosotros. ¿Son ellos tierra fértil para sembrar, por ejemplo, actividades competitivas de carácter deportivo? Aparentemente no. Y ahí los tienes dándonos clases y ejemplo de como superar situaciones y crecer en lo que probablemente no somos capaces de hacerlo nosotros. Nuevamente vemos que hay tierras no aptas que al final sí lo son. Y ahí han influido por una parte una tierra abierta y motivada y unos sembradores que han sabido escuchar, ver y hacer desarrollar ese tipo de incapacidades.
  • La continuidad. Conozco a muchos agricultores que una vez hecha la siembra se dan paseos por el campo y van quitando hierbas de una lado, poniendo agua por el otro y matando bichos por otros. La vida nos pide sembrar, pero también nos pide la continuidad, la perseverancia, la constancia y el observar todos y cada uno de los detalles de aquello que pueden impedir que la semilla plantada pueda crecer y desarrollarse. Nuevamente vemos como plantar y hacer que se den todas las circunstancias para que la semilla crezca es muy importante.
El éxito en la vida es una combinación de saber sembrar, saber cuidar lo que se siembra, crear las circunstancias para que lo que se siembra llegue a su meta y saber cosechar. Hay una comunión entre el sembrador y la tierra. Siembra y escucha la tierra; siembra y mima la tierra; siembra y hace que la tierra se abra. El sembrador no solo siembra, también motiva, conoce y sabe vender la semilla a la tierra más inhóspita al punto de convertirla en fértil, porque ha cuidado las circunstancias necesarias para que pueda crecer.