9/9/15

Abrirse a lo nuevo.




Es una ley tan inmutable como eterna: 
tarde o temprano, 
lo viejo muere, 
dando paso a lo nuevo.

Borja Vilaseca.

Y lo decía también Jesús en el Evangelio: "Si el grano de trigo no cae y muere, no da fruto". Nos guste o no la vida está compuesta de un proceso evolutivo muy parecido al de la persona humana: Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, o nos transformamos.

En la vida económica y social pasa otro tanto de lo mismo, el cambio que se produce en las sociedades hace que haya cosas que desaparezcan para dar paso a nuevas experiencias. No lo podemos cambiar a no ser que seamos nosotros mismos los que evolucionemos y seamos parte del mismo cambio.

También es una realidad humana el que nos aferremos al pasado y a circunstancias vividas y que nos cueste soltar amarras y dejar irse lo que parecía algo eterno en nuestra vida. Pero la vida es un constante devenir, un cambio constante que nos cuesta asumir.

Mientras nos centramos en el dolor por la perdida de lo que ha sido algo confortable para nosotros hay cantidad de experiencias que pasan y acontecen a nuestro alrededor de las cuales podemos no darnos cuenta si estamos centrados y focalizados en lo que se va o ya no existe. La experiencia nos dice que años más tarde la vida nos sigue aportando cosas que no hubieran sucedido si no hubiéramos soltado amarras  y la vida nos hubiera obligado a desprendernos de algo.

Abrirse a la vida, a las nuevas circunstancias, a lo que sucede a nuestro alrededor y a todo el potencial que hay dentro de nosotros es la clave para poder vivir los momentos de cambio de una forma mucho más positiva, eficaz y de crecimiento personal.

El cambio es parte de la vida, y como parte de ésta siempre viene con grandes oportunidades y retos a nivel personal y social que ayudan a crecer personal y socialmente a todos.