19/10/15

Actitud positiva.


En un experimento clásico muy conocido1, Robert Rosenthal y Lenore Jacobson seleccionaron al azar estudiantes en una escuela de primaria, después de realizarles una serie de tests de inteligencia. Sin embargo, indicaron a sus profesores que, debido a las altas capacidades de los alumnos elegidos, tendrían grandes mejoras académicas durante el curso. El análisis de los resultados académicos y las mediciones de los tests realizados ocho meses después, demostró que el rendimiento de los alumnos elegidos durante el curso mejoró considerablemente. En el aula se dio lo que se conoce en psicología como profecía autocumplida, es decir, las creencias del profesor acerca de las capacidades de sus alumnos originaron conductas que el mismo profesor esperaba. No sólo las expectativas positivas o negativas del docente pueden afectar al comportamiento del alumno (como vemos en el experimento de Elliot) sino que, además, pueden afectar al nivel intelectual del mismo.
Parece realmente curioso pero en cierto modo cada uno de nosotros crea su propia realidad dependiendo de las creencias que tenga sobre ella o de las que tenga sobre las personas que la rodean. Lo que vemos es lo que decidimos ver. Y la influencia que ejercemos en los que nos rodean es la que proyectamos hacia ellos. Podemos creer fehacientemente en las personas que las potenciaremos al máximo y desarrollarán sus habilidades de una forma mucho más amplia. Si no creemos o confiamos en las personas haremos todo lo contrario, las encerraremos en una baja autoestima y no desarrollarán todo su potencial.

¿Cómo reaccionas tú ante personas que no creen en tí? Muchas veces te vienes abajo y comienzas a desconfiar de tus potencialidades. ¿Cómo planteamos objetivos, metas, deseos a los demás? Mira estos dos ejemplos:
1. “Este año os espera una asignatura muy difícil de aprobar. Aquel que no tenga una base sólida de conocimientos adquiridos se puede ya despedir”
2. “Este año os espera un curso lleno de retos que todos podréis superar aportando todo lo que sabéis y todo lo que aprenderéis”

Nuestro lenguaje, nuestras creencias, nuestra manera de expresarnos condiciona las respuestas que la gente puede darnos en la vida. Aquello que sembramos es lo que muchas veces cosechamos. Y lo que sembramos depende de la manera en cómo lo hacemos. Actitud, comunicación empatía, etc. son factores que influyen en los resultados.

Acertar con las claves de la comunicación y el mensaje que damos hace que:

  1. Se genere un clima emocional más cercano que permita ser receptivo por ambas partes y que permita crecer a la persona.
  2. Permite profundizar más en todos los aspectos de aquello que se pretende enseñar o transmitir puesto que parte de la fortaleza de la otra persona y de lo que ella puede llegar a creer de si misma.
  3. Permite un diálogo más profundo y abierto entre las personas, lo cual abre mucho más las expectativas.
  4. Se elogia más y ello hace crecer en interés a la persona que participa en los proyectos o relaciones personales.
Fijarnos más en lo que sí pueden dar las personas de sí misma que en las limitaciones, en lo que une de lo que separar, de lo que es posible de lo que es difícil es comenzar en crear y diseñar el futuro que queremos alcanzar.