28/6/16

Frente a nuestros propios cambios


Los cambios son para los valientes.

No se lo que piensas sobre la frase de que los cambios son para los valientes. La palabra cambio está de moda hoy en día y parece que es casi una necesidad que impone la sociedad. ¿Qué pasa si te encuentras bien y a gusto en una situación, en un trabajo, en una relación. ¿Tengo que cambiar? ¿Cambiar por cambiar?

Desde que nacemos cambiamos a cada instante. Nacemos como una tabla rasa y recibimos miles de estímulos que nos irán acompañando a lo largo de la vida y que harán que vayamos cambiando física, emocional y psicológicamente, así como socialmente. El cambio es por ello un compañero de camino que irá de la mano con nosotros hasta el último momento. Como seres humanos que somos el cambio es parte natural de nuestra esencia.

Los dos cambios.

Pero creo que hay dos cambios que se dan en nuestras vidas.
  • El cambio natural del cual casi ni nos damos cuenta de él pues nos acompaña de la mano desde que somos pequeño y que son parte o fruto de nuestro crecimiento natural así como de las compañías que elegimos, las películas o programas de televisión que vemos o de las ideas que decidimos alimentar de forma propia o por la influencia de nuestro entorno. Este tipo de cambio es natural y no duele.
  • El cambio traumático que es el que se da cuando no tenemos elección y dejaos atrás un trabajo, una experiencia de pareja, un estilo de vida por culpa de una situación financiera que nos ha venido mal o de un accidente, entre otras cosas, que nos pueden ocurrir de forma inesperada.

Ante el cambio traumático.

El cambio normal que se produce en nuestra vida no suele ser un problema ya que lo vamos digiriendo día a día con sus pequeñas dificultades. El que es realmente problemático es aquel que nos obliga a tomar decisiones o incluso aquél en el que la vida decide por nosotros y en contra de nuestra propia voluntad.

Son esos cambios que suponen un dolor de cabeza porque tenemos que romper con apegos, tomar decisiones que conllevan riesgo o incluso tener que empezar de cero en un trabajo, a nivel social o a novel personal. Son tomas de decisiones que nos cuestan tomar, pero que no queda otra que tomar parte por una cosa o por otra.

¿Cambiar o no cambiar? ¿Arriesgarse o no? ¿Qué tener en cuenta a la hora de tener que afrontar los cambios si es que realmente los necesitamos.

La vida nos lo pide a gritos cuando vemos que no rendimos en un trabajo y lo hacemos sin ilusión, o cuando una relación de pareja ya no le da sentido a la vida en común o perjudica a alguno de los miembros. O cuando el grupo social en el que me muevo no aporta nada a la propia vida. En todo hay un común denominador: la insatisfacción personal.

Los cambios obedecen cuando no estamos satisfechos con nosotros mismos o con lo que nos rodea, cuando una necesidad propia de de alguien a quien queremos nos impulsa a ello. Y es ahí, cuando hay una necesidad y la vida, el trabajo, el cuerpo, la familia, etc nos lo piden a voces, es ahí cuando se juega esa disyuntiva de valentía o cobardía. 

El cambio tiene sentido cuando es para crecer, desarrollar mucho más nuestra vida, nuestras relaciones, trabajos o vida social. Y ahí si tenemos que ser valiente, porque lo que está en juego es el sentido de muestra vida y con él la propia felicidad y calidad de vida.